La noche en Juchitán volvió a romperse con otro asesinato. Adriana C., maestra de secundaria originaria de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, fue asesinada tras resistirse a un asalto cuando llegaba a una tienda Oxxo en la colonia Zapandú. Su muerte ocurre en una semana marcada por homicidios y feminicidios que han encendido la alarma ciudadana, pese a la presencia de la Operación Sable. Autoridades informaron que la maestra, de 53 años, había llegado a la ciudad para asistir a la tradicional Vela de las Auténticas Intrépidas Buscadoras del Peligro, una celebración emblemática de la diversidad sexual que atrae a miles de personas cada año.
Una agresión que evidencia el fracaso operativo
De acuerdo con los primeros reportes, Adriana descendió de una camioneta blanca para comprar un garrafón de agua. En ese momento, un hombre intentó asaltarla. Durante el forcejeo, el agresor le disparó en repetidas ocasiones hasta dejarla sin vida. Su asesinato generó indignación inmediata. Vecinos y colectivos recalcaron que el despliegue oficial de 500 elementos —entre policía estatal, Marina, Sedena y Guardia Nacional— no ha logrado frenar la ola de violencia.
Durante la misma semana, dos mujeres y una niña de 4 años, Noelia, fueron asesinadas en distintos puntos del municipio. Estos crímenes han aumentado el miedo entre las familias y han puesto en duda la efectividad de las estrategias de seguridad aplicadas en la región.
Un Istmo bajo presión y cifras que no ceden
El Grupo de Estudios sobre la Mujer “Rosario Castellanos” (GESMujer) reportó que, hasta noviembre, se contabilizan 73 mujeres asesinadas en Oaxaca. De esa cifra, 21 corresponden al Istmo de Tehuantepec, donde Juchitán se mantiene como el municipio más violento para las mujeres.
Las organizaciones señalan que la recurrencia de ataques en espacios públicos muestra un deterioro acelerado de las condiciones de seguridad. La muerte de Adriana confirmó ese temor colectivo: ni la presencia de fuerzas estatales ni los operativos especiales están deteniendo la escalada.
El clima de tensión sigue creciendo, sobre todo durante un fin de semana en que miles de personas viajan a Juchitán para participar en una de las fiestas más representativas del orgullo muxe y la diversidad sexual. Para residentes y visitantes, la violencia ya no solo es un tema de cifras, sino una amenaza inmediata.
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