La tensión en Medio Oriente ha encendido las alarmas en Asia. Japón y Corea del Sur, dos economías altamente dependientes del crudo que transita por el estrecho de Ormuz, activaron protocolos de emergencia para enfrentar posibles disrupciones tras el conflicto entre Estados Unidos e Irán.
El Parlamento iraní exigió el cierre inmediato de esta vía estratégica como represalia por los bombardeos estadounidenses a instalaciones nucleares. El estrecho, por donde fluye el 30 % del petróleo mundial, es la arteria vital para Asia oriental. Para Japón, representa una dependencia crítica: más del 90 % de su petróleo proviene de Medio Oriente y el 80 % de los cargamentos atraviesan Ormuz.
Medidas de emergencia y vigilancia extrema
El gobierno japonés ya había advertido sobre las consecuencias devastadoras de un cierre total. Tokio cuenta con reservas suficientes para cubrir 250 días de demanda, pero no descarta liberar parte de ese stock si la situación se agrava. Mientras tanto, las navieras Nippon Yusen y Mitsui ordenaron a sus buques pasar el menor tiempo posible en la zona, ante el riesgo creciente de ataques o bloqueos.
Ambas empresas han intensificado su vigilancia con monitoreo permanente de sus buques cisterna, además de compartir información en tiempo real con otros operadores regionales. El sector privado actúa con cautela, pero la presión sobre el gobierno crece para asegurar rutas alternativas o acuerdos de suministro fuera de Medio Oriente.
Corea del Sur enfrenta un panorama similar. Importa el 70 % de su petróleo desde la región, y prácticamente todo su suministro pasa por el estrecho. La Corporación Nacional de Petróleo (KNOC) activó su sistema de monitoreo 24/7 para rastrear precios y evaluar eventuales liberaciones de sus reservas estratégicas, suficientes para cubrir más de 206 días.
KNOC también revisó de emergencia sus inventarios y ratificó acuerdos de almacenamiento compartido con siete petroleras globales, muchas con sede en Medio Oriente. Estos convenios aseguran prioridad de acceso a más de 23 millones de barriles en caso de crisis.
Las autoridades surcoreanas destacaron la necesidad de mantener la estabilidad del suministro y evitar un alza abrupta de los precios del crudo, que ya superan los 75 dólares por barril tras la ofensiva estadounidense.
Kingo Hyashi, presidente de la Federación de Compañías Eléctricas de Japón, urgió a las empresas niponas a diversificar urgentemente sus fuentes de suministro. “Es hora de dejar de depender exclusivamente del crudo de Medio Oriente”, advirtió.
La incertidumbre sobre el próximo movimiento de Irán y la respuesta de Occidente mantiene en vilo a los mercados. Para Japón y Corea del Sur, un cierre prolongado de Ormuz no solo amenaza con una crisis energética, sino con un golpe severo a sus economías altamente industrializadas.
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