El alpinista polaco Andrzej Bargiel, de 37 años, grabó su nombre en la historia del montañismo al convertirse en la primera persona en escalar el Monte Everest —8.849 metros de altura— y descender esquiando sin oxígeno suplementario. Este hito, logrado el 22 de septiembre de 2025, desafía los límites humanos en la «zona de la muerte» —por encima de los 8.000 metros, donde el oxígeno es un tercio del nivel del mar—. Bargiel, acompañado por su guía Dawa «Speed» Sherpa, alcanzó la cima tras cuatro días de ascenso y completó un descenso de 3.500 metros en dos etapas, enfrentando nevadas intensas y el temido Khumbu Icefall.
Desde la cumbre, Bargiel transmitió un mensaje en vivo: «Estoy en la cima de la montaña más alta del mundo y voy a descenderla en esquís». El trayecto, iniciado a las 15:00 hora local, lo llevó a través de pendientes traicioneras, con una parada obligada en el Campamento Dos (6.400 metros) por la oscuridad. Al amanecer del martes, retomó la marcha y llegó al Campo Base (5.364 metros), usando un dron pilotado por su hermano Bartek para sortear grietas sin quitarse los esquís. Este descenso continuo, sin oxígeno, supera el intento de Davo Karnicar en 2000, quien usó suplemento en secciones superiores.
Un desafío en la Zona de la Muerte: 16 horas de supervivencia extrema
La ascensión de Bargiel fue un calvario: partió del Campo Base el 19 de septiembre, con un protocolo de aclimatación que incluyó múltiples subidas y bajadas entre campamentos. El 21, desde el Campamento IV (7.900 metros), pasó 16 horas en la zona de la muerte por nevadas que retrasaron su llegada a la cima, alcanzada a las 15:17. «La ascensión fue difícil porque otras expediciones están cerradas en esta época del año. Es increíblemente alto. Hay que estar muy bien preparado para poder funcionar durante 16 horas por encima de los 8.000 metros», relató Bargiel a Red Bull.
El descenso, de dos días, incluyó el paso por el Hillary Step, el South Summit y el Balcony hasta el South Col. La noche en Campamento Dos fue crítica, ya que la oscuridad impedía navegar el Khumbu Icefall —un laberinto de 2,57 km de grietas en movimiento—. Al día siguiente, completó el trayecto, recibiendo una khata tibetana —bufanda budista de respeto— en el Campo Base. «Skiing down Everest without oxygen was a dream that had been growing inside me for years», confesó Bargiel, quien describió el tramo final como «potencialmente mortal, incluso con oxígeno».
El legado de Bargiel: De K2 a los «ocho miles» en ssquís
Este récord se suma a la trayectoria de Bargiel, pionero en descensos extremos. En 2018, fue el primero en esquiar el K2 —la montaña más letal, con 13-15% de mortalidad— sin oxígeno, bajo su proyecto Hic Sunt Leones («Aquí hay leones», para territorios inexplorados). En 2023, completó los cuatro «ochomiles» del Karakórum. Hasta ahora, ha esquíado seis de los 14 picos sobre 8.000 metros, todos sin suplemento. Intentos previos en el Everest fallaron: en 2019 por un serac colgante, y en 2022 por vientos fuertes.
El primer ministro polaco, Donald Tusk, celebró en X: «¿El cielo es el límite? ¡No para los polacos! Andrzej Bargiel acaba de descender el Everest esquiando». De más de 6.000 cumbres en el Everest, solo 200 se lograron sin oxígeno; ninguno con descenso en esquís.
El precio del triunfo: Un Everest contaminado
Mientras Bargiel celebra, el Everest enfrenta su crisis ambiental: el «vertedero más alto del mundo». En 2023, 600 escaladores agravaron la acumulación de basura en Campamento Dos.
Nepal exige un depósito de USD 4.000 por equipo, reembolsable menos USD 100 por kg no recuperado, pero solo la mitad cumple. En 2017, se retiraron 25 toneladas de residuos y 15 de desechos humanos. Ang Tsering Sherpa, ex presidente de la Asociación de Montañismo de Nepal, urge equipos dedicados a la limpieza, ya que expediciones cuestan USD 20.000-100.000, minimizando el depósito.
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