La noticia del fallecimiento de Teresa Ulloa Ziáurriz, a los 75 años en la Ciudad de México, dejó un vacío en el movimiento feminista y en la lucha por los derechos humanos. Su trayectoria marcó un antes y un después en la visibilización de la trata de mujeres y niñas en América Latina, un fenómeno que enfrentó durante más de cinco décadas con la convicción de que la justicia debía abrirse paso incluso en los escenarios más adversos.
Ulloa fundó y dirigió la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC), en 1998, convirtiéndola en una de las trincheras más activas contra la explotación sexual en la región. Miles de víctimas encontraron respaldo en su activismo legal, político y social, en una labor que trascendió fronteras y dejó una huella permanente en el ámbito de los derechos humanos.
Su nombre cobró notoriedad nacional en el caso del exdirigente priista Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, acusado de operar una red de trata bajo la fachada de ofertas de empleo en el partido. Ulloa acompañó a las denunciantes, enfrentó campañas de desprestigio y ataques personales, y jamás cedió hasta ver avances judiciales en un caso que exhibió los vínculos de poder con la explotación de mujeres.
De los movimientos sociales a las reformas legales
La abogada inició su trayectoria en la defensa de víctimas de violencia en los años setenta, cuando fundó el colectivo jurídico Compañera. Más tarde creó Defensoras Populares A.C., desde donde promovió un modelo comunitario de defensa legal. Litigó más de 25 mil casos de violación y representó a mujeres en instancias internacionales, además de testificar como experta en tribunales de migración de EE. UU.
Participó en el endurecimiento de penas por violencia sexual en los años 80 y logró reformas clave para que las víctimas no tuvieran que denunciar directamente a sus agresores para iniciar procesos judiciales. También fue clave en la tipificación del acoso sexual como delito en México.
Académica de la Universidad Iberoamericana, Ulloa cursó estudios de Derecho, Pedagogía y una maestría en Londres. Su preparación le permitió convertirse en consultora de la ONU y en una voz reconocida en foros internacionales. En 2005 fue nominada al Premio Nobel de la Paz como parte del proyecto Mil mujeres por un Premio Nobel de la Paz.
Su trayectoria fue reconocida con premios nacionales e internacionales, entre ellos el Abbely por la Vida y la Seguridad de las Mujeres, el Premio al Valor Civil y el reconocimiento “Hermila Galindo”.
Reacciones a su partida
La senadora Martha Lucía Mícher la describió como “una feminista incansable” que colocó la trata de personas en la agenda nacional con valentía. Organizaciones civiles como SUMA Construyendo Sociedad destacaron que fue una mujer comprometida, sin protagonismos ni reflectores, cuya lucha deja un legado invaluable.
La muerte de Teresa Ulloa no cierra un capítulo, sino que obliga a mantener viva la batalla contra la explotación sexual, la violencia y la impunidad. Su vida se convirtió en un recordatorio de que el derecho puede ser una herramienta de dignidad y justicia cuando se usa en defensa de quienes menos tienen.
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