México se perfila como la economía con menor crecimiento de América Latina en 2025, de acuerdo con el más reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). El organismo proyecta una expansión de apenas 0.4 % para el país, una cifra que lo coloca por debajo de naciones como Venezuela y Haití, y que confirma un deterioro relativo del desempeño económico mexicano dentro de la región. El dato contrasta con el promedio regional y reabre el debate sobre la efectividad de la política económica vigente.
La Cepal mantuvo en 2.4 % su previsión de crecimiento del producto interno bruto (PIB) regional para 2025, ligeramente superior al 2.3 % registrado el año anterior. Para 2026, el organismo de Naciones Unidas anticipa nuevamente una expansión del 2.3 %, lo que consolidaría, según su diagnóstico, una etapa prolongada de bajo crecimiento en América Latina y el Caribe, marcada por un entorno internacional incierto y tensiones geoeconómicas crecientes.
En su informe Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2025, presentado en Santiago de Chile, la Cepal advierte que la región completaría cuatro años consecutivos con tasas cercanas al 2.3 %. Esta tendencia confirma que América Latina permanece atrapada en una dinámica estructural de bajo crecimiento, incapaz de generar un impulso sostenido al desarrollo económico y social.
Trampa con profundidades
El impacto de esta “trampa” es profundo. Según explicó el secretario ejecutivo de la Cepal, Manuel Salazar-Xirinachs, el PIB per cápita actual de la región es apenas superior al de hace una década. A ello se suma el estancamiento en la reducción de la pobreza, una baja creación de empleos y la interrupción de la tendencia descendente de la informalidad laboral.
Para el organismo, el escenario exige un giro en las estrategias económicas. “Son necesarias políticas de desarrollo productivo de mayor ambición, más hoy bajo las nuevas condiciones de rivalidad geoeconómica”, señaló Salazar-Xirinachs. A su juicio, estas políticas deben ir acompañadas de acciones macroeconómicas que movilicen más recursos hacia la innovación, la diversificación productiva, la transformación económica y la generación de empleos de calidad.
México, en el fondo de la tabla regional
El contraste con otros países de la región es evidente. La Cepal prevé que Venezuela encabezará el crecimiento económico en 2025, con una expansión estimada de 6.5 %, seguida de Paraguay con 5.5 %, Argentina con 4.3 % y Costa Rica con 4 %. En un segundo bloque se ubican Guatemala, Honduras, Panamá, El Salvador, Nicaragua, Perú y Ecuador, todos con tasas superiores al 3 %.
Incluso economías que tradicionalmente han mostrado desempeños moderados superan con amplitud la proyección mexicana. República Dominicana crecería 2.9 %, Colombia 2.6 %, Chile y Brasil 2.5 %, mientras que Uruguay alcanzaría 2.2 %. México, con su 0.4 %, aparece como el país con el crecimiento más débil entre las economías que aún registrarán cifras positivas.
En el Caribe, el crecimiento promedio sería de 1.9 % en 2025, sin considerar a Guyana, que vive un auge petrolero con una expansión proyectada de 15.2 %, muy por debajo, no obstante, del 43.6 % observado en 2024. Cuba y Haití son las únicas economías para las que la Cepal anticipa una contracción, con caídas de 1.5 % y 2.3 %, respectivamente.
El bajo desempeño mexicano resulta especialmente relevante por el peso de su economía en la región y por su estrecha vinculación con el mercado de EE. UU. A pesar de ello, la falta de dinamismo productivo y la debilidad de la inversión continúan limitando su crecimiento potencial.
La Cepal recuerda que, tras el rebote de 6.9 % registrado en 2021 luego del desplome provocado por la pandemia, la región se desaceleró a 3.7 % en 2022 y cerró 2023 con un crecimiento de 2.3 %, cifra que se repitió en 2024. De mantenerse las proyecciones, 2026 confirmará una etapa prolongada de estancamiento relativo.
En ese contexto, el caso de México se convierte en una señal de alerta. El país no solo crece por debajo del promedio regional, sino que se ubica al fondo de la tabla latinoamericana, un desempeño que plantea dudas sobre la capacidad de la actual estrategia económica para enfrentar un entorno global cada vez más competitivo.
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