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    Microplásticos podrían triplicarse en 2060 pese a esfuerzos globales para reducir su impacto ambiental

    A pesar de los ambiciosos escenarios políticos diseñados para mitigar la contaminación por plásticos, los niveles de microplásticos en el medioambiente podrían ser tres veces más altos en 2060 que en 2019, según un nuevo estudio publicado en la revista Science Advances. La investigación, liderada por el geocientífico Jeroen Sonke del Laboratorio de Geociencias y Medio Ambiente de Toulouse (Francia), plantea una alarmante revisión de los modelos internacionales existentes, incluyendo los de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

    El equipo de Sonke utilizó un modelo acoplado tierra-mar-atmósfera, conocido como GBM-Plastics, para recalcular la trayectoria de la contaminación por plásticos desde 1950 hasta 2060. Sus estimaciones muestran que, en años anteriores como 2015, la magnitud real del problema podría haber sido entre 4 y 9 veces superior a lo que se pensaba. Asimismo, proyectan que el transporte total de plásticos entre tierra y mar crecerá hasta alcanzar un pico de 23 teragramos en 2045, estabilizándose solo si se aplican medidas regionales, o disminuyendo moderadamente bajo acciones globales.

    Microplásticos: el desafío más persistente

    Uno de los hallazgos más preocupantes del estudio es que, incluso con políticas globales de contención como el “escenario de cambio de sistema” (SCS), los microplásticos de menos de 0.3 milímetros seguirán aumentando, alcanzando niveles tres veces superiores a los de 2019 en tan solo 35 años.

    Estos fragmentos diminutos, presentes en el aire, el suelo y los océanos, son casi imposibles de eliminar una vez que se liberan, y su acumulación representa un riesgo creciente para la salud humana, la vida marina y la seguridad alimentaria.

    Sin embargo, el estudio no ha estado exento de cuestionamientos. El catedrático Roberto Rosal, especialista en ingeniería química de la Universidad de Alcalá (España), destacó que, si bien el esfuerzo investigativo es relevante, las proyecciones son altamente inciertas debido a la falta de datos sólidos sobre aspectos clave como la fragmentación, degradación y sedimentación de los plásticos más pequeños.

    “Es un modelo útil para ilustrar tendencias, pero sus conclusiones numéricas deben leerse con cautela. Son más bien escenarios hipotéticos que reflejan una necesidad urgente de acción, independientemente de su precisión”, explicó Rosal a la plataforma Science Media Centre España.

    Además, el estudio parte de una suposición de la OCDE de que el uso de plásticos se triplicará entre 2019 y 2060, lo que implicaría un crecimiento sostenido del 3 % anual. Sin embargo, según datos de Plastics Europe, la producción de plásticos ha crecido a un promedio de solo 0.8 % anual en los últimos cinco años.

    Una advertencia global

    Pese a las limitaciones, el mensaje central del estudio es claro: la contaminación plástica no se detiene y requiere respuestas urgentes, más allá de las estimaciones. Los plásticos ya vertidos seguirán fragmentándose, dispersándose y acumulándose en los ecosistemas, lo que subraya la necesidad de políticas más estrictas, innovación en materiales biodegradables y compromisos vinculantes a nivel global.

    Este nuevo llamado de alerta llega en un momento clave, cuando organizaciones internacionales y gobiernos de distintas regiones negocian el primer tratado global legalmente vinculante sobre la contaminación por plásticos, impulsado por Naciones Unidas.

    El futuro del planeta, según los científicos, dependerá no solo de la voluntad política, sino también de una transformación radical en la forma en que producimos, consumimos y gestionamos los residuos plásticos.

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