El Gobierno de Estados Unidos aceleró su ofensiva diplomática y militar contra Venezuela al anunciar que el Cártel de los Soles será designado organización terrorista extranjera a partir del 24 de noviembre. La medida ocurre en un momento de tensión creciente, horas después de que el portaaviones USS Gerald R. Ford llegara al Caribe como parte del despliegue ordenado por el presidente Donald Trump. La nueva clasificación abre la puerta a sanciones más agresivas y refuerza la narrativa de Washington, que vincula directamente a Nicolás Maduro y a su cúpula con operaciones criminales y redes de narcotráfico. La decisión llega después de que, en julio, el Tesoro catalogó al mismo grupo como entidad terrorista global, mientras Caracas insiste en que se trata de un “invento” diseñado para justificar la presión militar.
Escalada diplomática y golpe político
El anuncio del Departamento de Estado no es menor. Implica un cambio en la forma en que Washington aborda el conflicto con el gobierno venezolano. Según el secretario de Estado, Marco Rubio, el Cártel de los Soles funciona bajo el mando de Maduro y altos funcionarios que “han corrompido al ejército, la inteligencia y el sistema judicial”. Esta afirmación intensifica el discurso previo, dirigido no solo a aislar al gobierno venezolano, sino a colocarlo en la categoría más dura del catálogo antiterrorista estadounidense.
El contexto militar también es clave. La llegada del USS Gerald R. Ford —el portaaviones más grande de la flota— envía un mensaje inequívoco. El presidente Trump ha ordenado numerosas operaciones en la región desde septiembre, incluyendo 21 bombardeos contra embarcaciones vinculadas al narcotráfico en el Pacífico, con más de 80 muertos. Aunque Rubio no mencionó estos ataques, apuntó que Estados Unidos seguirá usando “todas las herramientas disponibles” para proteger sus intereses y frenar el financiamiento de grupos criminales.
Para Caracas, esta estrategia es parte de la misma confrontación que ha caracterizado los últimos años. En agosto, Diosdado Cabello rechazó por completo la existencia del Cártel de los Soles y aseguró que es una construcción política de Washington destinada a justificar nuevas acciones punitivas. También acusó a Estados Unidos de cambiar constantemente los supuestos jefes del grupo según sus intereses.
Un mensaje que rompe el equilibrio regional
La clasificación como FTO tiene efectos inmediatos y otros de largo alcance. Desde el punto de vista operativo, permite a Estados Unidos ampliar intercepciones financieras, congelar activos e impulsar acciones de cooperación con gobiernos aliados. Pero, a nivel estratégico, profundiza la fractura en el hemisferio, ya afectado por disputas sobre migración, energía y seguridad.
Rubio afirmó que ni Maduro ni su círculo representan “al gobierno legítimo de Venezuela”. Además, incorporó en su declaración a otros grupos considerados organizaciones terroristas, como el Tren de Aragua y el Cártel de Sinaloa. Con esto, Estados Unidos unifica bajo una misma categoría a redes criminales que actúan en rutas distintas pero que, según Washington, sostienen el tráfico que golpea a EE. UU. y Europa.
En julio, la Oficina de Latinoamérica del Departamento de Estado había anticipado esta determinación. Entonces señaló que la designación permitiría impedir que Maduro siguiera “beneficiándose de la destrucción de vidas estadounidenses”. Ahora, con operaciones militares activas en el Caribe, el mensaje es más directo: ya no se negocian sanciones; se discute la permanencia del régimen en un entorno cada vez más adverso.
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