La Corte Suprema de Brasil alcanzó mayoría para sostener la prisión preventiva de Jair Bolsonaro, luego de que el expresidente admitió haber destruido con un soldador la tobillera electrónica que vigilaba sus movimientos. La decisión mantiene al exmandatario recluido en la sede de la Policía Federal en Brasilia, en medio de un proceso por golpismo y un clima político tenso que escala con cada revelación judicial. Las primeras tres votaciones de la Sala Primera confirmaron el criterio del magistrado Alexandre de Moraes, quien convirtió la prisión domiciliaria en preventiva tras señalar un riesgo claro de fuga y una ruptura explícita de medidas impuestas por el Supremo. Bolsonaro sostiene que no intentó huir y atribuye su conducta a una mezcla de medicamentos que, según él, le generó paranoia y alucinaciones, pero su testimonio no convenció a los jueces que evalúan el caso.
Mayoría formada en el Supremo para sostener la detención
El juicio virtual de la Sala Primera concluye este lunes a las 20:00 horas, cuando la magistrada que falta por pronunciarse, Cármen Lúcia Antunes, dé a conocer su voto. Sin embargo, la mayoría ya está instalada. Moraes votó primero y ratificó la conversión inmediata de la pena domiciliaria en prisión preventiva, además de ordenar el traslado del exgobernante a una celda en la Policía Federal. Poco después, Flávio Dino y Cristiano Zanin —ambos postulados por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva— confirmaron la decisión.
En su voto, Moraes resaltó que Bolsonaro admitió haber «inutilizado la tobillera», acto que calificó como una falta grave y una señal de desacato. Señaló que el exmandatario no solo violó la cautelar impuesta, sino que lo hizo con la intención de obstruir la fiscalización, lo cual refuerza el riesgo inminente de fuga. También recordó que la convocatoria de simpatizantes para una vigilia cerca de la residencia del expresidente podía servir como un mecanismo para generar confusión y facilitar una huida.
Por su parte, Dino y Zanin coincidieron en que la conducta de Bolsonaro rompe cualquier confianza procesal y amerita mantener la cárcel preventiva hasta que el proceso avance. La posición de ambos magistrados refuerza una tendencia dentro del Supremo que no está dispuesta a ceder ante provocaciones o violaciones directas a las normas judiciales.
Confesión inicial y versión posterior
La situación escaló el sábado, cuando Bolsonaro reconoció públicamente haber quemado la tobillera electrónica con un soldador. Ese dispositivo, impuesto por el Supremo, monitoreaba sus movimientos luego de que fue condenado a 27 años de prisión por golpismo. Su acto detonó la inmediata conversión de la prisión domiciliaria en preventiva.
En audiencia con un juez el domingo, Bolsonaro cambió su versión. Dijo que no intentó escapar y justificó su acción como un episodio derivado de una mezcla de pregabalina —un antiepiléptico— y sertralina, un antidepresivo. Según su testimonio, la combinación provocó paranoia y alucinaciones. Aunque su defensa busca que este argumento atenúe la determinación judicial, la Sala Primera no ha mostrado señales de ceder.
El exgobernante, de 70 años, ha enfrentado problemas de salud recurrentes desde la puñalada que sufrió durante la campaña de 2018. Crisis de ansiedad, episodios de hipo y complicaciones gastrointestinales se han documentado en los últimos años, así como múltiples cirugías derivadas del ataque. Pese a ello, los jueces sostienen que sus padecimientos no justifican romper deliberadamente una medida de control.
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