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    Canasta básica encareció 3.9% en zonas urbanas de México en noviembre

    En noviembre de 2025, el costo de la canasta básica en México escaló un 3.9% en zonas urbanas y 3.5% en rurales respecto al año anterior, impulsado por alzas en alimentos como el bistec de res y la leche, según las Líneas de Pobreza del INEGI. Esta presión revela la fragilidad del poder adquisitivo: solo para cubrir lo esencial, una familia de tres en una ciudad como Pachuca necesita 14,427 pesos mensuales, mientras en un pueblo oaxaqueño como Capulálpam de Méndez bastan 10,344 pesos.

    El INEGI, en su boletín del 11 de diciembre, detalla que la canasta básica alimentaria —el mínimo para una dieta nutritiva— cuesta 2,463 pesos por persona en urbes y 1,855 en campos. Ampliada con higiene, salud, transporte y educación, sube a 4,809 pesos urbanos y 3,448 rurales. «Los alimentos representan el 57.5% de la incidencia en ciudades, un golpe directo a hogares vulnerables», advierte el informe, donde las familias pobres destinan más de la mitad de sus ingresos solo a comer.

    Esta escalada supera la inflación general del 3.8%, erosionando el bienestar. El bistec de res, con +18.8%, y la leche (+8.9%) lideran el encarecimiento urbano; en rurales, la carne molida suma +17.5%. «Estos aumentos se trasladan a restaurantes y hoteles, amplificando el impacto», explica el análisis del INEGI.

    Alimentos: El motor implacable de la inflación doméstica

    La canasta básica no es solo comida; abarca 80 bienes y servicios vitales, desde jabón hasta boletos de camión. En noviembre, los cuidados personales subieron 7.0% urbanos y 6.9% rurales, mientras educación y recreación anotaron +6.2%. El transporte público rural, con +6.2%, complica la movilidad diaria.

    Datos del INEGI muestran que, pese a una pobreza extrema en descenso del 3.8% anual, el repunte en canasta básica urbana (+1.6 puntos) contrasta con el rural (-2.5). «En zonas urbanas, comidas fuera de casa y bistec impulsan el 52% del alza alimentaria», detalla el reporte. Expertos como Clara Zepeda, de El Economista, alertan: «Es el encarecimiento más alto desde 1992, un récord que ahoga a 35.1% de la población en pobreza laboral».

    Para contextualizar, el salario mínimo 2025 ronda 260 pesos diarios (7,800 mensuales), insuficiente para una familia: en urbes, cubre apenas el 65% de la canasta básica total por persona. En rurales, el panorama es similar, con volatilidad en precios de granos y proteínas que azota a productores locales.

    El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) vincula esto a la medición multidimensional de pobreza, donde el acceso a alimentación digna es pilar. «La canasta básica mide no solo supervivencia, sino dignidad», enfatiza su metodología actualizada con el INPC 2024.

    ¿Sobrevivir o vivir? El umbral que define la desigualdad

    El impacto es desigual: en Hidalgo urbano, 14,427 pesos mensuales para tres personas marcan el límite; en Oaxaca rural, 10,344 pesos. «Familias con menores ingresos gastan 55% en alimentos, dejando migajas para salud o escuela», revela el INEGI. Esta brecha agrava la pobreza extrema, que bajó pero aún afecta a millones.

    Políticas como el PACIC (910 pesos bimestrales) mitigan, pero no compensan: cubre solo 37% de la canasta básica alimentaria urbana. Analistas urgen diversificar la dieta —promoviendo leguminosas sobre carnes caras— y subsidios focalizados. «La volatilidad alimentaria erosiona el bienestar; urge estabilizar cadenas de suministro», propone el boletín.

    Noviembre 2025 cierra con una advertencia: sin freno a estas alzas, la canasta básica podría romper más récords en 2026. México, tierra de contrastes, enfrenta el dilema: ¿cuánto más puede estirar el bolsillo antes de romperse? El INEGI invita a monitorear, pero las familias ya sienten el peso.

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