El cierre del escrutinio en Honduras desató una nueva tormenta política. Con el 98.76 por ciento de las actas procesadas, Nasry Asfura sostiene una ventaja mínima sobre Salvador Nasralla, en medio de acusaciones de manipulación, caídas del sistema electoral y denuncias directas contra el Partido Nacional. La tensión crece mientras las cifras se actualizan a cuentagotas y los reclamos de fraude se multiplican. La carrera por la Presidencia aún no se cierra, y el país enfrenta un clima de desconfianza que podría escalar en los próximos días.
Tensión por el cierre del conteo
Los datos preliminares difundidos por la emisora HRN colocan a Asfura con el 40.53 por ciento de los votos, apenas 43,766 sufragios por encima de Nasralla, quien registra el 39.16 por ciento. La candidata oficialista Rixi Moncada queda rezagada con el 19.32 por ciento, lo que confirma una contienda polarizada y marcada por la disputa directa entre los dos punteros.
El proceso electoral no ha sido estable. Durante tres días consecutivos, el Consejo Nacional Electoral suspendió la actualización del conteo. Las interrupciones se atribuyeron a fallas técnicas, pero para Nasralla son parte de un patrón sospechoso que, afirma, favorece a su rival. Desde X, calificó los comicios como “un robo” y aseguró que existe manipulación en el sistema que altera el destino de miles de votos.
Según su versión, el sistema del CNE se cayó dos veces el día de la elección, la última a las 19:20 horas, justo cuando se reintroducían actas provenientes de departamentos clave como Cortés y Atlántida. Para él, estas coincidencias no son casuales y apuntan a una operación más amplia que involucra incluso a la empresa encargada de la plataforma tecnológica.
Nasralla insiste en que los votos destinados al Partido Liberal están siendo redirigidos al Partido Nacional en zonas donde no se usó el sistema biométrico. Menciona como ejemplos los departamentos de Lempira, Intibucá, La Paz, Copán y Santa Bárbara, donde, asegura, las actas fueron elaboradas “a conveniencia”. El candidato exige un conteo voto por voto en los lugares donde identifica patrones irregulares.
Reclamos, exigencias y una elección bajo sospecha
Nasralla afirma contar con un “ejército de personas” decidido a impedir cualquier intento de fraude. Sostiene que todavía falta una parte crucial del proceso: el escrutinio especial, que involucra más de 505,000 votos y podría mover los resultados. Y mientras el CNE reanudó la divulgación de datos para medios y partidos, las dudas siguen sin resolverse.
El ambiente político hondureño se encuentra crispado. Asfura mantiene silencio público sobre las acusaciones, mientras su ventaja permanece dentro de un margen tan estrecho que cualquier variación podría definir la elección. Nasralla, en contraste, eleva el tono y advierte que no aceptará los resultados hasta que se revisen las actas que considera irregulares.
La falta de transparencia en el flujo de información alimenta las sospechas. La ciudadanía sigue pendiente, pero con desconfianza creciente. El riesgo de que la disputa escale a escenarios más complejos no se descarta, sobre todo si las autoridades no aclaran pronto las dudas técnicas que han marcado el proceso.
En un país con antecedentes de crisis postelectorales, cada minuto sin claridad abona a la tensión. Lo que ocurra con los últimos votos y la resolución del escrutinio especial definirá si Honduras logra cerrar esta elección con estabilidad o si se encamina a una nueva etapa de confrontación política.
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