La figura de José Enrique Jerí Olé, hoy presidente de Perú, vuelve a quedar expuesta tras su declaración más controvertida: la posibilidad de ingresar por la fuerza a la Embajada de México en Lima para detener a la ex primera ministra Betssy Chávez, quien permanece asilada desde hace semanas. Su postura ha encendido alarmas diplomáticas, agitado tensiones internas y reactivado un debate sobre su propia legitimidad, marcada desde el inicio por escándalos personales, acusaciones archivadas y un ascenso político inesperado. A la par, el primer ministro Ernesto Álvarez ya lo desmintió públicamente, dejando claro que una irrupción en la sede diplomática es inviable conforme al Derecho Internacional.
Un ascenso abrupto y un historial que no deja de perseguirlo
José Jerí nació el 13 de noviembre de 1986 en Lima y su carrera política empezó lejos de los reflectores. Pese a intentos fallidos por la alcaldía de Lima bajo el partido Somos Perú, su entrada al Congreso ocurrió en 2021 sin haber ganado una elección: fue suplente del expresidente Martín Vizcarra, quien quedó inhabilitado días antes de tomar posesión, lo que abrió la puerta para que Jerí asumiera el curul. Desde ahí se movió con rapidez entre comisiones y, finalmente, llegó a la presidencia del Legislativo el 26 de julio de 2025.
Su llegada al Poder Ejecutivo fue consecuencia directa de la destitución de Dina Boluarte, un episodio que lo colocó al frente del país sin haber pasado por un proceso electoral. Desde entonces, ha enfrentado protestas, cuestionamientos sobre su falta de experiencia y reclamos por el manejo de la seguridad interna.
Los señalamientos que marcaron su llegada al poder
La trayectoria de Jerí está atravesada por una acusación de agresión sexual presentada en diciembre del año pasado. Aunque la Fiscalía archivó el caso por falta de pruebas, el episodio dejó una sombra que sus críticos siguen recordando. También han salido a la luz escándalos vinculados con su actividad en redes sociales, donde admitió seguir cuentas de actrices de contenido para adultos. Sumado a ello, opositores lo han acusado de prácticas irregulares cuando fungió como congresista.
Durante las primeras semanas de su presidencia, se enfrentó a protestas que pedían su renuncia. El clima se tensó aún más tras la muerte de un manifestante, el cantante Eduardo Ruiz, abatido por un disparo policial. Aunque la presión aumentó, Jerí insistió en permanecer en el cargo y justificó el estado de emergencia como una “medida necesaria” para frenar la violencia.
La amenaza contra México que desató un conflicto internacional
La más reciente controversia estalló cuando afirmó que, si era necesario, su gobierno ingresaría a la Embajada de México para detener a Betssy Chávez, procesada por el intento de golpe de Estado de Pedro Castillo. La declaración provocó la respuesta inmediata de Claudia Sheinbaum, quien advirtió que una incursión violaría el Derecho Internacional, además de recordar lo ocurrido en la Embajada de Ecuador meses atrás.
Jerí defendió su postura argumentando que se había hecho un uso indebido del asilo político. Sostuvo que la decisión sobre el salvoconducto todavía estaba en análisis y que Perú actuaría conforme a sus compromisos internacionales, pero reiteró que “no le tiembla la mano”. La tensión escaló cuando Colombia advirtió que retiraría su embajada si Lima ejecutaba una intervención contra el recinto diplomático mexicano.
En paralelo, el primer ministro Ernesto Álvarez frenó contundentemente esta narrativa. Explicó que es “técnicamente imposible” sustraer por la fuerza a una persona dentro de una sede diplomática, y detalló que ni él ni el canciller Hugo de Zela consideran esa acción viable.
Un presidente en la cuerda floja
El perfil de José Jerí combina un ascenso político inesperado, una personalidad confrontativa y un historial de controversias que alimentan la percepción de inestabilidad. Su relación con México atraviesa uno de sus momentos más tensos y, con el desmentido del primer ministro, su liderazgo interno también queda bajo escrutinio. Mientras tanto, el país observa con inquietud hacia dónde se moverán sus decisiones en medio de una tormenta que él mismo ha ayudado a encender.
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