más

    El reclutamiento forzado y voluntario del crimen organizado en México: una realidad alarmante

    El hallazgo del Rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco, ha encendido nuevamente las alarmas sobre la violencia extrema que se vive en el país. Este lugar, utilizado como centro de adiestramiento del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y como sitio de ejecución y cremación de víctimas, ha expuesto las crueles prácticas de los grupos criminales, pero también ha revelado un fenómeno inquietante: la forma en que los cárteles reclutan a nuevos integrantes, ya sea mediante engaños o por la falta de oportunidades que orillan a los jóvenes a unirse «voluntariamente».

    ¿Bastan 8 mil pesos y un mensaje en redes para sumarse al crimen?

    El periodista Jonathan Lomelí, en su columna Ideas, titulada Hablemos del reclutamiento forzado (y voluntario), reflexiona sobre la facilidad con la que el crimen organizado capta jóvenes en México. Asegura que basta un mensaje en redes sociales y la promesa de un salario de 8 mil pesos mensuales para que un joven termine en una “escuela del cártel”.

    Lomelí señala que la publicidad para el reclutamiento abunda en plataformas digitales como Facebook y TikTok. De hecho, menciona que en septiembre de 2024 identificó al menos dos grupos en Facebook con más de 1,500 miembros, donde se ofrecía empleo dentro de un grupo criminal. Seis meses después, asegura, la situación no ha cambiado.

    Dos formas de reclutamiento: engaño y desesperación

    El periodista identifica dos modalidades de reclutamiento por parte del crimen organizado:

    1. El reclutamiento por engaño
      Se ofrece empleo con anuncios para trabajos como guardias de seguridad, escoltas, operadores de call center o encuestadores.
      • Cuando la víctima acepta la oferta, se le paga el traslado a Guadalajara, donde desaparece sin dejar rastro.
      • Lomelí menciona que en 2023, colectivos documentaron 64 casos de jóvenes desaparecidos, quienes fueron vistos por última vez en terminales de autobuses de la Zona Metropolitana de Guadalajara.
      • Entre ellos, destaca el caso de Diego Eduardo Sánchez Reynoso, un joven de 19 años que desapareció el 23 de septiembre de 2024 en la Central Nueva de Tlaquepaque.
    2. El reclutamiento «voluntario»
      • Este caso se refiere a jóvenes sin oportunidades económicas y sumergidos en un entorno de violencia, quienes piden «jalar» al cártel como una alternativa de vida.
      • Sin embargo, el periodista cuestiona si realmente es una decisión voluntaria, ya que estos jóvenes se encuentran abandonados por el Estado y sometidos a la violencia del narco.
      • Para Lomelí, la academia tiene la obligación de crear un nuevo lenguaje para nombrar este fenómeno, ya que no se puede llamar “voluntario” a algo que surge de la desesperación y la falta de alternativas.

    Lomelí recuerda que, durante su gestión, el exgobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, negó que el reclutamiento forzado existiera, argumentando que los jóvenes desaparecidos se habían ido “por voluntad propia”. Como ejemplo, menciona el caso de Kevin Ulises y su prima Janetzy, quienes, tras ser localizados, dejaron de hablar del tema y su familia abandonó la lucha que antes encabezaba con protestas en Casa Jalisco.

    Además, señala que la administración estatal anterior reportó más de 17 mil personas localizadas en el sexenio, pero cuestiona cuántas de ellas fueron catalogadas erróneamente como “ausencias voluntarias”, lo que permitió dar carpetazo a los casos.

    Un fenómeno en ascenso sin estudios oficiales

    El periodista concluye su columna señalando que el reclutamiento forzado y voluntario del crimen organizado se intensificó desde 2020, pero que carecemos de estudios o investigaciones profundas que dimensionen el problema.

    Ante la falta de datos y la negligencia oficial, Lomelí hace un llamado a visibilizar este fenómeno y a exigir políticas que ataquen las causas estructurales que llevan a los jóvenes a terminar en las filas del crimen organizado.

    El hallazgo del Rancho Izaguirre no es un caso aislado. Es una prueba de que el crimen organizado ha institucionalizado sus propios métodos de reclutamiento y que el Estado sigue sin ofrecer soluciones para prevenir la desaparición de miles de jóvenes en México.

    También te puede interesar: «Los Tolmex»: El grupo delictivo al que pertenecía la hermana de Xóchitl Gálvez

    Artículos relacionados