más

    Día Mundial del Agua: los hábitos invisibles que contaminan y el verdadero origen de la crisis hídrica

    Cada 22 de marzo, el Día Mundial del Agua nos recuerda la importancia vital de este recurso, pero también expone con crudeza una verdad incómoda: cerrar la canilla mientras nos cepillamos los dientes ayuda, pero no alcanza. Mientras la atención suele centrarse en pequeños gestos individuales, el 90% del agua dulce del planeta sigue siendo consumida —y muchas veces contaminada— por la agricultura y la industria.

    La creciente escasez, la contaminación por plásticos, los residuos tóxicos domésticos y el uso irracional del agua conforman una crisis silenciosa que se agrava cada día. Y aunque en muchos hogares crece la conciencia ecológica, las decisiones estructurales de producción y consumo continúan ignorando los límites del agua, según coinciden especialistas consultados por Infobae.

    Siete hábitos domésticos que contaminan o malgastan el agua

    1. Tirar aceite por el desagüe

    Un solo litro de aceite usado puede contaminar mil litros de agua, según la Facultad de Agronomía de la UBA. En Argentina se generan 124 millones de litros de aceite usado por año, y menos de la mitad se recicla. Este residuo forma una película superficial en ríos que impide la oxigenación, afectando gravemente la biodiversidad.

    2. Descartar medicamentos en el inodoro o la basura

    Fármacos vencidos o no utilizados, al ser mal eliminados, terminan en los ríos y lagos. El Servicio Geológico de EE. UU. detectó trazas farmacéuticas en el 80% de los cursos de agua del país, alterando la vida acuática y con potencial impacto en la salud humana.

    3. Verter productos químicos por la pileta

    Pintura, pesticidas, fertilizantes y hasta aceite de motor contaminan de forma masiva cuando se tiran sin tratamiento. Según la EPA, un solo galón (3,7 litros) de aceite puede arruinar un millón de galones de agua. Las sustancias tóxicas terminan en napas, ríos y suelos.

    4. Uso excesivo de plásticos de un solo uso

    El 92% del plástico producido no se recicla y muchos de estos residuos llegan a los cuerpos de agua, generando microplásticos que ya han sido encontrados en placentas humanas, agua potable y alimentos, según Environmental Science & Technology.

    5. Lavar autos o veredas con manguera

    Este hábito puede desperdiciar cientos de litros en minutos. El uso de balde es una alternativa más sustentable. A pesar de regulaciones municipales, aún es común ver calles y vehículos siendo lavados con agua a presión.

    6. Dejar correr el agua durante la higiene

    Cada minuto con la canilla abierta en la ducha o al afeitarse desperdicia entre 10 y 20 litros. María Victoria Periago, del CONICET y Fundación Mundo Sano, recomienda cerrar la canilla durante los pasos intermedios y usar el agua solo para enjuagar.

    7. Tirar residuos sólidos por el inodoro o la pileta

    Además del aceite o medicamentos, muchas personas arrojan restos de comida o productos de limpieza por el desagüe. Esto afecta directamente a las plantas potabilizadoras y agrava problemas sanitarios en zonas sin redes adecuadas.

    El agua dulce está en jaque: consumo desigual y amenazas invisibles

    Según la FAO, cada persona tiene en promedio 580 m³ de agua dulce al año. Sin embargo, el uso está desbalanceado:

    • 69% se destina a la agricultura
    • 21% a la industria
    • 10% al consumo doméstico (en América Latina, apenas el 8%)

    A esto se suma que más de 2.000 millones de personas no tienen acceso a agua potable segura, según la OMS, principalmente debido a la contaminación de fuentes por residuos agrícolas e industriales.

    La situación se vuelve más crítica con contaminantes invisibles como los microplásticos y los residuos farmacéuticos, que ya alteran la química del agua y los ecosistemas. La calidad, tanto como la cantidad, está en riesgo.

    El verdadero problema: estructuras contaminantes, no solo hábitos individuales

    Aunque el discurso ambiental suele enfocarse en las acciones del ciudadano, los datos muestran que el verdadero impacto está en las estructuras productivas. La agricultura no solo es el mayor consumidor de agua dulce, sino también la principal fuente de contaminación difusa, por el uso de fertilizantes y pesticidas.

    Con el plástico sucede algo similar: solo el 8% del plástico global se recicla, según la FAO, en parte porque muchos envases no fueron diseñados para ese fin. Mientras tanto, el ciudadano promedio tiene poco margen de acción real, frente a industrias que siguen produciendo materiales descartables y contaminantes sin regulación efectiva.

    Un llamado urgente a la transformación

    Este Día Mundial del Agua, la ciencia y la ciudadanía coinciden en una premisa clave: el cambio debe ser estructural. Desde el rediseño de envases hasta el monitoreo de prácticas agrícolas, pasando por políticas públicas que exijan a las industrias tratar sus efluentes y reducir su impacto ambiental.

    La crisis hídrica no se resuelve solo cerrando la canilla. Pero tampoco se resuelve sin ella. Es momento de repensar el modelo de producción y consumo, y actuar con una urgencia que ya no es simbólica, sino vital.

    También te puede interesar: Expertos afirman que La Niña agudizará sequía en México

    Artículos relacionados