El pasado viernes 28 de marzo, un devastador terremoto de magnitud 7.7 sacudió el centro de Myanmar, dejando más de 1,600 muertos y 3,400 heridos. Este domingo, una réplica de magnitud 5.1 volvió a estremecer la región de Mandalay, epicentro del desastre, aumentando la angustia de una población ya afectada. El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) localizó el epicentro de esta réplica a 28 kilómetros al noroeste de Mandalay, con una profundidad de 10 kilómetros. Hasta el momento, no se han reportado nuevas víctimas o daños materiales significativos por esta réplica.
Las tareas de rescate se enfrentan a múltiples obstáculos, desde la inestabilidad política hasta la falta de infraestructura adecuada. Voluntarios y equipos de emergencia trabajan incansablemente, en ocasiones excavando con sus propias manos entre los escombros en busca de supervivientes. La escasez de suministros médicos y de sangre en los hospitales agrava la situación, mientras miles de personas, temerosas de nuevas réplicas, duermen en las calles. China ha enviado el primer equipo internacional de rescate, seguido por India y otros países que han prometido asistencia. La ONU ha reiterado la necesidad de ayuda humanitaria urgente para los afectados por el desastre.

Llamado a la cooperación internacional
El relator especial de la ONU sobre derechos humanos para Myanmar, Thomas Andrews, ha expresado su preocupación por el posible uso de la ayuda humanitaria como herramienta política por parte de la junta militar que gobierna el país. Andrews instó a la comunidad internacional a colaborar con el Gobierno de Unidad Nacional en el exilio, organizaciones étnicas y grupos de la sociedad civil para garantizar que la ayuda llegue a quienes más la necesitan. Además, solicitó a la junta militar declarar un alto el fuego inmediato y permitir que los trabajadores humanitarios operen sin temor a represalias.
El gobierno de Tailandia ha enviado un equipo de 49 rescatistas para colaborar en las labores de búsqueda de supervivientes en Myanmar. Equipos de rescate de Rusia, China, Singapur e India también han llegado a la zona de desastre, y otros países han anunciado el próximo envío de especialistas y ayuda. El Papa Francisco, durante el Ángelus del cuarto Domingo de Cuaresma, manifestó su cercanía y preocupación por las poblaciones afectadas por el terremoto en el sudeste asiático, instando a continuar rezando por la paz en las regiones en conflicto.
La combinación de desastres naturales y conflictos políticos presenta un panorama desafiante para Myanmar. La comunidad internacional observa con atención y espera que la ayuda humanitaria pueda aliviar el sufrimiento de los afectados y fomentar la estabilidad en la región.
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