Dentro de la narcocultura, los apodos o alias ocupan un lugar crucial. Originalmente, estos sobrenombres surgieron como herramientas para ocultar la identidad de los criminales y dificultar las investigaciones en su contra. Sin embargo, con el paso del tiempo, los alias adquirieron un nuevo significado, convirtiéndose en símbolos de reputación y estatus tanto dentro de las organizaciones criminales como en el imaginario colectivo.
El origen de los alias: Identidad y reconocimiento
Los narcotraficantes suelen nombrarse entre ellos basándose en características físicas, gustos personales o anécdotas significativas. Estos apodos no solo reflejan aspectos individuales, sino que también crean una marca de identidad que los distingue dentro del entorno criminal. Sin embargo, la naturaleza de los alias ha evolucionado, adaptándose a nuevas dinámicas delictivas y sociales.
El caso de “El Come Gusanos” y su relevancia en la narcocultura
Uno de los alias más emblemáticos que marcó un cambio en la narrativa del hampa fue el de William de Jesús Torres Solórzano, conocido como “El Come Gusanos”, líder del Cártel de Los Zetas. Este sobrenombre, lejos de reflejar poder o estatus tradicional, alude a las características brutales y sanguinarias asociadas al cártel.
“El Come Gusanos” desempeñó un papel clave en la logística del tráfico de drogas, dinero y armas hacia Guatemala, siendo colaborador cercano de Mauricio Cárdenas Guízar, alias “El Amarillo”, quien lideraba la operación del cártel en el sureste de México. Su captura en 2012 reveló el alcance de sus operaciones, incluyendo la posesión de más de un millón de dólares, armas y granadas.
La matanza de Petén: Un episodio oscuro
En 2022, durante el juicio de José María Guízar-Valencia, alias “El Z-43”, se vinculó a “El Come Gusanos” con la Matanza de Petén en Guatemala, un evento que dejó 27 campesinos asesinados. Este episodio subrayó el nivel de crueldad con el que Los Zetas operaban, consolidando su reputación como uno de los cárteles más violentos en la historia del crimen organizado.
La evolución de los alias: De símbolo de estatus a reflejo de violencia
Durante los años 90, los líderes de los cárteles en México utilizaban apodos que reflejaban poder y prestigio, como “El Rey Zambada” (Jesús Zambada García), “El Señor de los Cielos” (Amado Carrillo Fuentes) o “El Jefe de Jefes” (Arturo Beltrán Leyva). Estos nombres eran sinónimo de autoridad y liderazgo dentro del narcotráfico.
Con la irrupción de Los Zetas en la primera década del 2000, el significado de los alias cambió drásticamente. Este grupo delictivo, conocido por su extrema violencia, adoptó sobrenombres que hacían referencia a su brutalidad, como “El Mataperros” (Baltazar Saucedo Estrada) y “El Come Gusanos”.
El declive de los alias tradicionales y el auge de los nombres infames
Tras la captura de “El Come Gusanos”, salieron a la luz los apodos de sus colaboradores: “La Rata”, “Basura”, “La Puerca” y “El Vago”, nombres que reflejaban una nueva dinámica dentro del crimen organizado. Según el criminólogo Martín Barrón, fallecido en 2012, estos alias emergieron debido al ascenso de miembros de bajo rango tras la captura o muerte de líderes importantes. Este cambio trajo consigo una transformación en la forma en que los criminales se identifican y operan.
Reflejo de una nueva era en la narcocultura
La popularidad de los apodos asociados a la crueldad y la violencia extrema dentro de Los Zetas es un reflejo de la evolución de las organizaciones criminales en México. Más que una simple identificación, los alias se han convertido en un espejo de las nuevas formas de operar y de la brutalidad que define a estos grupos en el siglo XXI. Como señala Barrón, los sobrenombres ahora representan «una manera distinta en la que los criminales se identifican y las nuevas formas de violencia» que dominan el escenario delictivo actual.




