Este postre se prepara sin complicaciones, no necesita horno y es una opción práctica y sabrosa que puedes decorar como gustes.
Cuando el calor aprieta o simplemente no quieres encender el horno, hay postres que se convierten en salvavidas. La tarta de queso sin horno con galletas María es una de esas recetas que brillan por su sencillez y delicioso resultado. Además, es perfecta para quienes no tienen mucha experiencia en repostería, pero quieren lograr una presentación vistosa y un sabor espectacular.
Esta versión de la clásica cheesecake sustituye la base tradicional de galletas con mantequilla por las infalibles galletas María, muy comunes en las alacenas mexicanas. Su sabor neutro y textura ligera son ideales para crear una base firme y equilibrada, que no compite con la suavidad del queso crema. Además, el uso de gelatina sin sabor permite que la mezcla cuaje sin necesidad de horno ni huevo, lo que la hace aún más accesible y segura.
Un postre fresco y versátil que puedes preparar con antelación
Una de las grandes ventajas de esta receta es que puede prepararse con antelación, incluso desde el día anterior. Eso no solo facilita la logística si planeas un evento o reunión, también mejora la textura de la tarta al darle tiempo suficiente para asentarse en el refrigerador.
Para la base, solo necesitas triturar 200 gramos de galletas María y mezclarlas con 90 gramos de mantequilla derretida. Esta mezcla se coloca en el fondo de un molde desmontable, se presiona para compactar y se refrigera durante 15 minutos. Así se logra una base firme y con ese toque crujiente tan característico.
Mientras tanto, se hidratan 10 gramos de gelatina sin sabor (o seis láminas) en 60 ml de agua fría. Se deja reposar cinco minutos y luego se disuelve en calor suave. En otro recipiente se bate el queso crema (400 gramos) con 100 gramos de azúcar y una cucharadita de vainilla, hasta obtener una mezcla suave. A esto se incorpora la gelatina disuelta.
Aparte, se monta la nata fría (200 ml de crema para batir) hasta que forme picos suaves. Luego se mezcla con el queso usando movimientos envolventes para no perder el aire. Esta crema se vierte sobre la base de galletas y se alisa con una espátula. El molde debe cubrirse y refrigerarse al menos cuatro horas, aunque lo ideal es dejarlo toda la noche.
La decoración queda a tu gusto: puedes optar por mermelada de frutos rojos, frutas frescas, chocolate fundido o ralladura de limón. La clave está en mantener el equilibrio entre lo dulce, lo ácido y la cremosidad del queso.
Esta tarta no solo es deliciosa, también es adaptable. Puedes modificar la base con galletas de chocolate o integrarle nueces. Incluso puedes dividir la mezcla en moldes individuales para servir porciones personalizadas. Si estás buscando un postre sin horno que combine sabor, practicidad y frescura, esta es una gran opción para cualquier ocasión.
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