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    Siria y la caída del dictador: la fragilidad de aliarse con regímenes como Rusia, Irán y Hezbollah

    La guerra civil en Siria, que cobró más de 500,000 vidas en 13 años, ha llegado a un giro dramático con la precipitación del régimen de Bashar al-Assad. Este conflicto, sostenido durante años gracias al apoyo de Rusia, Irán y Hezbollah, culminó con la huida de al-Assad de Damasco y el avance sorpresivo de las fuerzas rebeldes.

    El avance rebelde y el colapso del régimen

    El grupo rebelde Hayat Tahrir al-Sham (HTS), liderado por Ahmed al-Sharaa, conocido como Abu Mohammed al-Jolani, avanzó rápidamente en las principales ciudades sirias. En menos de una semana, las fuerzas de al-Assad cedieron Aleppo, Hama, Homs, y finalmente Damasco. El HTS, nacido como el Frente Al Nusra, marcó su victoria capturando la estación de televisión estatal y la cárcel de Sednaya, conocida por sus violaciones a los derechos humanos.

    “Damasco los espera”, declaró al-Sharaa en un comunicado en Telegram antes de la caída de la capital siria.

    El origen de la guerra civil y el surgimiento de los rebeldes

    El conflicto comenzó en el contexto de las protestas de la Primavera Árabe, donde al-Assad respondió con represión brutal, lo que fomentó el surgimiento de grupos rebeldes y organizaciones yihadistas. A medida que la guerra avanzaba, al-Assad se apoyó en Rusia, Irán y Hezbollah para mantener su régimen. Estos aliados bombardearon poblaciones, consolidando el poder del dictador y forzando uno de los mayores éxodos de la historia moderna.

    La intervención de Rusia, Irán y Hezbollah

    En 2015, Rusia asumió un papel crucial en Siria, mientras que Irán y Hezbollah reforzaban su presencia militar. Sin embargo, los recursos de estos aliados se desviaron hacia otros conflictos:

    • Rusia: La invasión de Ucrania en febrero de 2022 drenó recursos y atención del conflicto sirio.
    • Irán y Hezbollah: Enfrentaron un conflicto contra Israel iniciado en octubre de 2023 tras los ataques de Hamas. Hezbollah sufrió derrotas devastadoras, incluyendo la muerte de su líder, Hassan Nasrallah.

    El aislamiento final de Bashar al-Assad

    Con sus aliados distraídos por otras guerras, el régimen de al-Assad quedó sin apoyo logístico ni militar. Rusia e Irán, que alguna vez garantizaron su supervivencia, dejaron de destinar recursos al conflicto sirio. La caída de Damasco simboliza el abandono definitivo de los aliados internacionales del dictador.

    Una lección para los regímenes autoritarios

    El fin del régimen de al-Assad marca una lección para otros dictadores: los aliados internacionales pueden garantizar la supervivencia temporal, pero eventualmente, los intereses cambian y el apoyo desaparece. Al-Assad, que gobernó Siria con mano dura durante más de una década, deja un país devastado, dividido y en busca de un futuro incierto tras años de brutalidad y sufrimiento.

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