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    Gigantes globales abandonan la lucha contra el cambio climático

    En medio de una crisis climática sin precedentes, varias de las corporaciones más poderosas del mundo están abandonando, debilitando o posponiendo sus promesas para reducir su impacto ambiental. Lo que alguna vez fue una ola de compromisos ambiciosos para enfrentar el calentamiento global, hoy se desmorona ante los ojos de un planeta que ya no tiene margen para excusas.

    Durante la última década, empresas como Amazon, Coca-Cola, Shell, Walmart y Delta Airlines hicieron declaraciones grandilocuentes sobre su papel en la transición ecológica. Hoy, muchas de esas metas han sido revocadas o difuminadas. El caso de Amazon es ilustrativo: en 2019 prometió que la mitad de sus envíos serían libres de carbono para 2030. En 2023 canceló esa meta sin resultados claros, y en su lugar fijó una nueva promesa para 2040.

    Promesas que se diluyen en papel mojado

    El patrón se repite. Shell se retractó de su plan para reducir 45% de la intensidad de carbono en su energía para 2035. BP hizo lo mismo con su compromiso de recortar en 40% la producción de combustibles fósiles para 2030, alegando que se había movido «demasiado rápido». ExxonMobil, por su parte, cerró sus programas de biocombustibles de algas, una tecnología que había sido publicitada como la solución del futuro.

    La situación no mejora en el sector financiero. Wells Fargo y HSBC, que en 2021 se comprometieron a eliminar las emisiones asociadas a sus préstamos, se han echado para atrás. El Royal Bank of Canada hizo lo propio, archivando una promesa multimillonaria de financiamiento verde para 2025. En palabras del propio HSBC, la economía «cambió las reglas del juego».

    Mientras tanto, empresas como PepsiCo y Coca-Cola siguen sin reducir su uso de plástico nuevo. Coca-Cola, que produce más de 137 mil millones de botellas de plástico al año, abandonó su meta de 2025 para recortar tres millones de toneladas de plástico virgen. En su lugar, ahora apuesta por metas «flexibles» centradas en materiales reciclados.

    Del discurso ambiental a la regresión corporativa

    Lo alarmante no es solo el incumplimiento, sino el discurso que lo justifica. Varias de estas empresas alegan que «las tecnologías no son lo suficientemente rentables» o que «el mercado no está preparado». Esa narrativa ignora el hecho de que la transición climática requiere sacrificios inmediatos para evitar consecuencias irreversibles.

    Delta Airlines, por ejemplo, declaró en 2020 que invertiría mil millones de dólares para ser neutra en carbono. Apenas dos años después, abandonó esa promesa y dejó de invertir en compensaciones de carbono. Air New Zealand siguió el mismo camino, retirando su objetivo de recortar 16% de sus emisiones antes de 2030.

    El retroceso también afecta a sectores clave como el agrícola. JBS, el mayor productor mundial de carne, afirmó en 2021 que alcanzaría cero emisiones netas para 2040. Pero en 2025 admitió que la promesa «nunca fue un compromiso real».

    Un planeta que paga las consecuencias

    El fracaso de estas corporaciones tiene un precio: cada año más caluroso, cada sequía prolongada, cada ciudad inundada es parte de un deterioro acelerado. Las decisiones corporativas no se dan en el vacío: impactan directamente en las emisiones globales, la calidad del aire, la seguridad hídrica y la estabilidad climática.

    En lugar de avanzar hacia modelos sostenibles, muchas de estas empresas han vuelto a priorizar sus ganancias a corto plazo, postergando cambios urgentes y debilitando el liderazgo moral que alguna vez intentaron asumir.

     ¿Qué significa todo esto?

    Riesgo Detalle
    Desconfianza pública El incumplimiento sistemático erosiona la credibilidad de la acción privada.
    Impacto global La ralentización de los compromisos podría hacer inviable el límite de +1.5 °C.
    Desigualdad financiera Las empresas comprometidas enfrentan desventajas frente a quienes retroceden.

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