El Dalai Lama, Tenzin Gyatso, inició una visita de 45 días a la región de Ladakh, en el Himalaya indio, donde expresó su preocupación por la falta de libertad en China y llamó a las comunidades budistas a preservar sus tradiciones frente a las restricciones impuestas por el régimen chino en el Tíbet. A sus 90 años, el líder espiritual del budismo tibetano llegó el sábado a Leh bajo estrictas medidas de seguridad, escoltado por un dispositivo “Z-plus”, el máximo nivel de protección en India, reflejando la relevancia de su presencia en esta región fronteriza con el Tíbet.
Recibido por miles de seguidores, monjes y residentes a lo largo de las carreteras entre el aeropuerto de Leh y su residencia en Shewatsel Phodrang, el Dalai Lama definió su viaje como una continuación de su mensaje de compasión y bondad. En su primer discurso, criticó las limitaciones en China, afirmando: “Siento que sería difícil enseñar sobre budismo en un país donde no hay libertad”. Instó a las comunidades budistas locales a mantener vivas las tradiciones de estudio y debate, destacando que la India ofrece un entorno libre para preservar prácticas que han sido “devastadas” en el Tíbet bajo el control chino.
“Aquellos que huyeron a la India tienen la responsabilidad de preservar estas tradiciones”, subrayó.
La agenda del Dalai Lama en Ladakh incluye enseñanzas públicas sobre textos budistas como Las Treinta y Siete Prácticas de un Bodhisattva, concentraciones masivas de seguidores y actos religiosos en la remota región de Zanskar, involucrando tanto a la comunidad tibetana exiliada como a devotos del Himalaya indio. Sin embargo, la visita trasciende lo espiritual y se percibe como un gesto simbólico frente a China, en un contexto de tensiones geopolíticas en Ladakh, escenario de recientes enfrentamientos militares entre India y China.
Sucesión y tensiones con China
El viaje ocurre en medio de la controversia sobre la futura reencarnación del Dalai Lama. A principios de julio, el líder reiteró que su fideicomiso, Gaden Phodrang, tiene la autoridad exclusiva para decidir sobre su sucesión, desafiando la Orden Nº 5 del Partido Comunista Chino, que exige su aprobación para las reencarnaciones religiosas. Esta disputa podría derivar en la designación de dos Dalai Lamas: uno por la diáspora tibetana y otro respaldado por Pekín. La reciente aprobación en Estados Unidos de la Ley de Política y Apoyo al Tíbet, que autoriza sanciones contra funcionarios chinos que interfieran en el proceso, añade presión al régimen chino.
El Dalai Lama agradeció el apoyo del gobierno indio desde su exilio en 1959, destacando su neutralidad religiosa y respaldo humanitario, aunque las medidas de seguridad especiales reflejan un apoyo implícito a la causa tibetana. También defendió la modernidad del budismo tibetano, describiéndolo como una práctica basada en la lógica y el debate, más allá de rituales, en contraste con la narrativa oficial china.
Un mensaje en un contexto geopolítico
La presencia del Dalai Lama en Ladakh, una región estratégica, envía un mensaje claro en medio del pulso diplomático entre India y China. Mientras el líder espiritual promueve la compasión y la preservación cultural, su visita refuerza la lucha por la autonomía tibetana y pone en el centro del debate internacional el futuro de su sucesión, la persistencia del exilio y las tensiones regionales.
Con su mensaje de paz y resistencia, el Dalai Lama continúa siendo una figura clave en la defensa de las tradiciones budistas y los derechos del pueblo tibetano.
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