La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha lanzado un ambicioso programa mundial para rastrear la biodiversidad utilizando ADN ambiental, una herramienta científica que promete revolucionar la forma en que los humanos monitorean la salud del planeta.
Este innovador sistema permitirá detectar especies —incluso aquellas difíciles de observar— a partir de rastros biológicos presentes en el ambiente, como escamas, saliva o piel. Gracias a esta técnica, los científicos podrán identificar qué animales viven en una zona específica sin necesidad de verlos directamente ni perturbar su hábitat, lo cual representa un avance crucial en tiempos de crisis climática y extinción masiva.
El proyecto, presentado oficialmente en julio de 2025, contempla la instalación de más de 50 estaciones de monitoreo en sitios Patrimonio Mundial de la Humanidad, abarcando ecosistemas terrestres y marinos en Asia, África, América Latina y el Caribe. Cada estación recolectará muestras de agua, tierra y aire para extraer el llamado “ADN ambiental”, una técnica que ya se ha utilizado con éxito en estudios de ballenas, peces, reptiles y anfibios.
La UNESCO explicó que este programa es parte de su estrategia para dotar a los países en desarrollo con tecnología de punta, capacitando a científicos locales en el uso de ADN ambiental. Según la agencia, uno de los principales objetivos es generar datos sólidos y comparables a largo plazo que sirvan de base para decisiones de conservación, especialmente en lugares que enfrentan presiones humanas intensas.
ADN ambiental: la huella invisible de la biodiversidad
El ADN ambiental (conocido también como eDNA, por sus siglas en inglés) es el material genético que los organismos dejan en su entorno al interactuar con él. Al analizar estas trazas microscópicas, es posible detectar qué especies han estado presentes en un sitio determinado. Esta técnica no solo es más económica que los métodos tradicionales de muestreo, sino que también reduce el impacto humano en los ecosistemas.
La iniciativa busca frenar la pérdida acelerada de biodiversidad, documentada recientemente por la ONU: más de un millón de especies enfrentan peligro de extinción, muchas de ellas antes incluso de haber sido catalogadas. El uso del ADN ambiental permitiría anticipar colapsos ecológicos al detectar ausencias o declives sutiles en las poblaciones de animales clave.
Desde tortugas marinas hasta primates, pasando por corales y aves migratorias, los expertos de la UNESCO esperan obtener datos que hasta ahora eran imposibles de recolectar en regiones remotas o bajo conflicto armado. En palabras de la directora general Audrey Azoulay, “necesitamos nuevas herramientas para cambiar el rumbo de la crisis ambiental, y el ADN ambiental representa una esperanza concreta”.
En alianza con universidades, centros de investigación y comunidades
El proyecto también contempla alianzas con universidades, centros de investigación, pueblos indígenas y organizaciones comunitarias para garantizar que la información recabada tenga un impacto directo en las políticas locales y no quede encerrada en laboratorios internacionales.
La participación local es clave para garantizar tanto la validez como la legitimidad de los hallazgos.
La red de estaciones empezará a operar a finales de 2025 y se ampliará gradualmente durante los próximos cinco años. Si los resultados son los esperados, el modelo podría ser replicado en otras reservas naturales, zonas costeras vulnerables y áreas protegidas que carecen de monitoreo científico permanente.
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