La NASA lanzó este martes dos satélites a bordo de un cohete Falcon 9 de SpaceX desde California, con el objetivo de estudiar tormentas solares capaces de alterar la vida en la Tierra. Aunque estos eventos no son visibles para el ojo humano, sus consecuencias pueden sentirse en los ecosistemas naturales, redes eléctricas, sistemas de navegación, comunicaciones y hasta en la salud humana y animal.
La misión, llamada TRACERS (Tandem Reconnection and Cusp Electrodynamics Reconnaissance Satellites), se integra al programa Small Explorers de la agencia espacial.
TRACERS analizará durante un año (o más) un fenómeno poco comprendido pero de gran relevancia ambiental: la reconexión magnética. Este proceso ocurre cuando los campos magnéticos del Sol y la Tierra colisionan, liberando energía que puede generar desde auroras boreales hasta interrupciones masivas en tecnologías críticas.
Pero también puede afectar la atmósfera superior, alterando su composición química y energética, con posibles repercusiones en la capa de ozono y los patrones climáticos.
Estudian zonas donde el campo magnético terrestre se abre al viento solar
La NASA eligió este momento por la cercanía al pico del ciclo solar de 11 años, cuando el Sol emite más radiación y tormentas. Según David Miles, investigador principal de TRACERS y académico de la Universidad de Iowa, estudiar las cúspides polares —zonas donde el campo magnético terrestre se abre al viento solar— permitirá entender mejor cómo interactúa el clima espacial con la Tierra.
Estas zonas funcionan como verdaderos embudos por donde las partículas solares penetran la atmósfera. Allí ocurre la reconexión magnética, y TRACERS las explorará con una configuración inédita: dos satélites volando en formación cerrada, separados por apenas unos segundos. Esto permitirá obtener datos con altísima resolución espacial y temporal.
Joe Westlake, director de Heliofísica de la NASA, subrayó que este conocimiento no solo es esencial para proteger infraestructura, sino también para preservar condiciones estables para la vida. “Nos ayudará a mantener la seguridad de nuestro modo de vida en la Tierra y a continuar explorando el espacio de forma segura”, dijo.
Clima espacial: una amenaza silenciosa para la Tierra
La magnetosfera —campo magnético que envuelve el planeta— es una barrera vital frente al bombardeo constante de partículas solares. Pero esa barrera no es impenetrable. Cuando se produce reconexión magnética, la energía liberada puede dañar satélites, interrumpir comunicaciones, afectar redes eléctricas y alterar procesos atmosféricos clave, como la ionización de la atmósfera superior.
El impacto ecológico de una gran tormenta solar podría sentirse en múltiples niveles: desde fallos en sistemas de monitoreo ambiental y climático, hasta daños en sensores de biodiversidad, incendios causados por fallos eléctricos o interrupciones en tecnologías agrícolas basadas en GPS.
Los dos satélites TRACERS viajarán a más de 25 mil kilómetros por hora y llevarán instrumentos diseñados para medir cómo el plasma solar interactúa con la magnetosfera. Estos datos permitirán anticipar con horas o días de antelación si una tormenta solar tendrá consecuencias graves sobre zonas específicas del planeta.
“El clima espacial afecta todo: comunicaciones, navegación, satélites meteorológicos, monitoreo ambiental y salud humana en el espacio”, añadió Westlake. Además, esta misión se considera clave para desarrollar sistemas internacionales de alerta temprana ante fenómenos solares extremos.
Aunque se prevé que los satélites operen durante un año, la NASA confía en que podrán seguir recolectando datos mucho más tiempo. En un momento donde la humanidad depende cada vez más de sistemas tecnológicos vulnerables y el Sol se encuentra en una fase de intensa actividad, TRACERS representa una herramienta crucial para anticipar amenazas y fortalecer la resiliencia del planeta frente a condiciones espaciales adversas.
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