El tepezcuintle (o paca) es el roedor más grande que habita en México, aunque casi nadie sabe de su existencia. Es solitario, nocturno, vive en madrigueras y le gusta la humedad… todo lo contrario al capibara, su primo sudamericano que hoy reina en redes sociales, videojuegos, mercados y cerebros.
En la plataforma iNaturalistMX solo hay 532 observaciones del tepezcuintle, hechas por 187 personas. ¿Alguna vez has visto uno? Probablemente no. Pero si te pregunto por el capibara… seguro lo ubicas: ese roedor gigante, tranquilo, social y casi zen, que aparece en TikToks abrazado por patos o desafiando cocodrilos sin mover una ceja.
¿Por qué amamos al capibara y olvidamos al tepezcuintle?
Tal vez por su actitud. El capibara (Hydrochoerus hydrochaeris), originario de Sudamérica, es el roedor más grande del mundo. Puede medir hasta 1.30 m, pesar 65 kg y moverse en grupos de 10 a 20 individuos. Viven en humedales, son expertos nadadores (tienen membranas entre los dedos) y su nombre, derivado del tupi-guaraní, significa “comedor de hierba”.
Hay dos especies reconocidas: el capibara mayor, que vive desde Colombia hasta Argentina, y el capibara menor, identificado apenas en 1991, que habita una pequeña zona entre Colombia, Venezuela y Panamá, con la mitad del tamaño de su pariente.
El tepezcuintle, en cambio, prefiere el anonimato. Su nombre viene del náhuatl tepetl (cerro) e itzcuintli (perro). Es pardo con líneas blancas punteadas (parece un venadito pequeño), mide 35 cm de alto y pesa entre 7 y 10 kg. Vive desde Tamaulipas hasta el sur de Brasil, pero es tan discreto que muchos ni lo saben. Se le ha colocado en una familia distinta: Cuniculidae, sí, hasta entre roedores hay castas y linajes.
Otros parientes mexicanos: guaqueques y fósiles gigantes
En México también habitan los agutíes, conocidos como guaqueques o sereques. El guaqueque mexicano, endémico del sureste (Veracruz, Oaxaca, Tabasco y Chiapas), es oscuro, casi negro. El centroamericano, de color pardo rojizo, se distribuye más ampliamente. Ambos pesan entre 2 y 4 kg, son diurnos, solitarios y tienen una peculiar forma de sentarse: sobre el trasero, como conejos. También son cazados con frecuencia.
Pero no siempre fueron tan pequeños. En el Pleistoceno, México albergó capibaras gigantes, como el Neochoerus aesopi, que medía más de 70 cm de alto y pesaba 140 kg. Sus restos se han hallado en Estado de México, Jalisco, Michoacán, Guanajuato y Chiapas. Migraron desde Sudamérica hace unos tres millones de años, cuando se formó el istmo de Panamá y las Américas por fin se estrecharon la mano.
¿Qué tan comestibles son?
La fama no exime del fuego. El capibara, por ejemplo, es comido en muchos países. Durante la Semana Santa, cuando la Iglesia prohíbe comer carne, muchos fieles han optado por mamíferos acuáticos como el castor, la rata almizclera… y el propio capibara, que por vivir en el agua ha sido “santificado” como si fuera pez.
El tepezcuintle también es cazado y comido en México. De hecho, en muchas comunidades campesinas su carne es parte de la dieta tradicional. Al fin y al cabo, es más fácil amar lo que no se come, o lo que solo se ve en una pantalla.
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