Un niño de seis años terminó con el brazo lleno de hematomas tras una inusual interacción con un pulpo gigante del Pacífico en el San Antonio Aquarium. El incidente encendió el debate sobre los riesgos de los tanques interactivos, la falta de advertencias al público y el bienestar animal en estos espacios.
Un hecho insólito ocurrido en un acuario de Texas ha puesto bajo la lupa los protocolos de seguridad en espacios interactivos para niños. El pasado 14 de julio, Leo, un menor de seis años, sufrió múltiples hematomas en el brazo luego de que un pulpo gigante del Pacífico lo sujetara con fuerza dentro de un tanque de contacto del San Antonio Aquarium.
La madre del niño, Britney Taryn, relató el suceso a través de videos publicados en TikTok, los cuales se viralizaron rápidamente antes de ser eliminados. En ellos, mostraba las marcas circulares provocadas por las ventosas del animal, que iban desde la muñeca hasta la axila del menor. El pulpo no soltó el brazo del niño hasta que intervinieron al menos tres adultos.
Taryn aseguró que era visitante frecuente del recinto y que su hijo ya había tenido encuentros con ese mismo ejemplar. Durante la interacción, el menor colocó el brazo en el tanque y el pulpo se aferró a él. Mientras solicitaban ayuda, el animal incluso intentó salir parcialmente del estanque, según relató la madre, lo que impidió documentar más del momento.
El acuario responde con datos, no con disculpas
Días después, el San Antonio Aquarium publicó un video en su cuenta oficial explicando que las ventosas de los pulpos gigantes pueden dejar marcas temporales en la piel. En ningún momento mencionaron el caso específico de Leo. En el video, un empleado señaló que cada uno de los ocho brazos del animal tiene cerca de 200 ventosas, capaces de ejercer una fuerza considerable y que los hematomas pueden durar entre siete y catorce días.
La explicación no fue suficiente para la madre, quien afirmó que nadie le advirtió sobre los riesgos de interactuar con el pulpo. Desde entonces, ha exigido al acuario un informe oficial del incidente y un protocolo claro de seguridad. Al cierre de julio, aseguró no haber recibido respuesta.
Debate encendido sobre seguridad y bienestar animal
La experiencia generó un amplio debate en redes sociales. Algunos usuarios criticaron la falta de advertencias claras, mientras que otros cuestionaron la práctica misma de permitir contacto directo entre niños y especies marinas de gran tamaño. Organizaciones animalistas también se sumaron a la discusión, señalando los posibles efectos del cautiverio sobre el comportamiento de estas especies.
Meg Mindlin, básicamente una experta en octópodos, explicó para NBC News que los pulpos utilizan sus tentáculos como mecanismo de exploración. «No fue una agresión», dijo. «Fue una reacción natural del animal ante un estímulo nuevo».
Taryn no busca una demanda ni considera que su hijo haya sido atacado. De hecho, aseguró que ambos regresaron al acuario poco después del incidente y volvieron a ver al mismo pulpo. Aun así, ha iniciado una campaña en redes sociales para exigir condiciones más seguras, tanto para visitantes como para los propios animales.
Políticas en jaque: ¿educación o entretenimiento sin reglas?
El incidente reabre el viejo debate sobre los límites de la interacción humana con animales exóticos en recintos cerrados. Aunque los acuarios suelen promocionar estas experiencias como herramientas educativas, este tipo de casos pone en tela de juicio su viabilidad, especialmente cuando se trata de menores.
Mientras tanto, el San Antonio Aquarium sigue sin emitir un posicionamiento directo sobre el caso. Taryn, por su parte, insiste en que lo ocurrido sirva como advertencia: «No es un ataque, pero sí una llamada de atención sobre lo que podría pasar con otros niños».
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