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    El impacto económico de la residencia de Bad Bunny en Puerto Rico: Un fenómeno cultural y financiero

    La residencia de 30 conciertos de Bad Bunny, titulada No Me Quiero Ir de Aquí, en el Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot, ha marcado un hito histórico para la isla, generando un impacto económico estimado en al menos 200 millones de dólares, con proyecciones que podrían alcanzar los 400 millones, según Moody’s Analytics. Con 600,000 asistentes esperados, de los cuales 200,000 son visitantes extranjeros, el evento ha transformado la temporada baja de turismo, desafiando la caída habitual del 25-45% durante la temporada de huracanes, según Discover Puerto Rico.

    Un impulso sin precedentes al turismo y la hotelería

    La residencia, que comenzó el 11 de julio y culminará el 14 de septiembre, ha disparado la ocupación hotelera en un 75% en agosto y un 200% en alquileres a corto plazo en septiembre, según AirDNA. Hoteles como el Fairmont El San Juan y el Caribe Hilton reportaron ocupaciones cercanas al 85%, un aumento del 12.2% respecto a 2024, con 37,500 noches de hospedaje vendidas en paquetes turísticos gestionados por Vibee, que incluyen fiestas exclusivas y acceso a spas. Estos paquetes generaron 196.5 millones de dólares, según Destinations International, aunque economistas como Indira Luciano estiman un impacto mayor, con un gasto promedio de 156 dólares diarios por turista extranjero y 70 dólares por local, proyectando un mínimo de 160 millones en estancias de tres días.

    El flujo de visitantes, con un 40% de tráfico internacional en el Aeropuerto Luis Muñoz Marín (7% más que en 2024), ha beneficiado a regiones más allá de San Juan, como Cabo Rojo y Vega Baja, donde turistas visitan sitios ligados a la vida de Bad Bunny, como la Parroquia Santísima Trinidad y el supermercado Econo donde trabajó. Ángel Rodríguez, dueño del hotel Boquemar en Cabo Rojo, reportó un aumento del 7% en clientes, mientras que negocios locales como la tienda Arrecife en San Juan cuadruplicaron sus ventas en línea, según The New York Times.

    Impacto económico y cultural

    La residencia ha creado 8,000 empleos directos e indirectos, desde personal de eventos hasta guías turísticos, y ha estimulado el sector gastronómico, con restaurantes como La Casita Blanca reportando esperas de dos horas tras visitas promocionadas por Bad Bunny. La economista Jesse Rogers, de Moody’s Analytics, revisó al alza el pronóstico de crecimiento de Puerto Rico para 2025 a 0.4%, atribuyéndolo al “efecto Benito”. Sin embargo, advirtió que el estímulo es temporal, con un crecimiento más lento proyectado para 2026.

    Culturalmente, la residencia refuerza la identidad puertorriqueña, con nueve funciones exclusivas para residentes locales (80,000 boletos vendidos en ocho horas) y elementos como bailarines de bomba, visuales narrados por Jacobo Morales y la aparición del sapo concho, según Billboard. Bad Bunny, quien critica la gentrificación y el colonialismo en su álbum Debí Tirar Más Fotos, ha priorizado a los locales con boletos desde 35 dólares, frente a los 600 dólares para extranjeros, buscando contrarrestar el impacto de Airbnb en la vivienda.

    Un modelo para el futuro

    La residencia no solo ha generado 2.3 millones de dólares para el municipio de San Juan, según el alcalde Miguel Romero, sino que ha posicionado a Puerto Rico como un destino para residencias artísticas globales, comparable al “efecto Taylor Swift” en EE.UU. Expertos como Javier Hernández destacan que el modelo, que combina música, turismo y cultura, podría inspirar eventos similares, con un impacto proyectado de 25 millones en valor mediático. En X, usuarios como @PuertoRicoVibez celebran: “Bad Bunny no solo llena estadios, llena la isla de orgullo y dinero”.

    A pesar del éxito, el aumento de la demanda inmobiliaria ha reavivado preocupaciones por la gentrificación, con precios de vivienda en San Juan subiendo un 8% en 2025, según The Washington Post. Bad Bunny, consciente de esto, ha promovido el consumo en negocios locales y criticado el desplazamiento en canciones como Lo Que Le Pasó a Hawaii. La residencia, que precede una gira mundial de ocho meses, demuestra el poder de un artista para transformar la economía y la narrativa cultural de su país, dejando un legado que trasciende los escenarios.

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