Investigadores han confirmado que el Ártico canadiense ya no ofrece un refugio natural contra especies marinas invasoras, debido al aumento acelerado de la temperatura del agua. Este hallazgo revela cómo el cambio climático está transformando ecosistemas que antes se consideraban inaccesibles para organismos foráneos, poniendo en riesgo la biodiversidad local y la seguridad alimentaria de las comunidades indígenas que dependen de los recursos marinos.
ADN ambiental detecta nuevas amenazas
Un estudio publicado en Global Change Biology por el British Antarctic Survey (BAS) utilizó metacodificación de ADN ambiental (eDNA) para identificar por primera vez un percebe invasor en aguas del Ártico canadiense. Esta técnica innovadora permite detectar especies a partir de rastros genéticos que dejan en el agua, como células, desechos o fragmentos biológicos, sin necesidad de observación directa.
Elizabeth Boyse, ecóloga a cargo del estudio, explicó que el aumento de la temperatura del agua y la reducción del hielo marino están facilitando la supervivencia de especies no nativas, mientras que el incremento del tráfico marítimo genera nuevas rutas de entrada para estos organismos. “Los barcos no solo transportan especies; ahora, las condiciones del océano permiten que esas especies se establezcan y reproduzcan”, afirmó.
Consecuencias ecológicas y sociales
El percebe de bahía (Amphibalanus improvisus), originario de Europa y presente en el Pacífico, ha sido identificado en el Ártico canadiense, marcando su primera aparición en la región. Este organismo contribuye a la bioincrustación de embarcaciones y estructuras, pero también amenaza la fauna autóctona, desplazando a especies locales y alterando delicados ecosistemas marinos.
Además del impacto ecológico, las especies invasoras representan riesgos económicos y sociales. Entre 1970 y 2017, los daños ocasionados por organismos acuáticos invasores ascendieron a 345,000 millones de dólares, considerando pérdidas en infraestructura, alteraciones ecológicas y esfuerzos de gestión ambiental. Las comunidades indígenas, que dependen de la pesca y recursos locales, podrían enfrentar inseguridad alimentaria si estas especies continúan proliferando.
Nuevos desafíos en la vigilancia del Ártico
El estudio destaca que el eDNA puede ser un recurso esencial para anticipar la llegada de especies invasoras, sobre todo cuando se combina con la participación de científicos ciudadanos y observaciones locales. Por el momento, los investigadores investigan si los percebes detectados corresponden a larvas en tránsito o a poblaciones reproductoras establecidas, información crucial para diseñar estrategias de mitigación.
El Ártico, que antes se consideraba una barrera natural contra organismos foráneos, enfrenta ahora un desafío sin precedentes: el calentamiento global y la expansión de rutas marítimas abren paso a especies que pueden modificar de manera irreversible los ecosistemas y la vida de quienes dependen de ellos.
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