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    Stellantis trasladará producción de RAM y Jeep a EE. UU. tras revisar operaciones en México

    La automotriz Stellantis, afectada por los nuevos aranceles impuestos por el presidente Donald Trump, planea trasladar parte de su producción desde México hacia Estados Unidos. La empresa prepara una inversión inicial de 10 mil millones de dólares para fortalecer su presencia en Illinois y Michigan, estados clave para el sector automotriz. Además, en las próximas semanas podría anunciar otros 5 mil millones de dólares en fondos adicionales, según fuentes cercanas a la compañía.

    La decisión busca reducir el impacto de los aranceles sobre vehículos fabricados en el extranjero y, al mismo tiempo, alinearse con la política industrial estadounidense, que incentiva la relocalización de plantas. El giro marca un intento por recuperar la rentabilidad perdida en los últimos años y apaciguar las tensiones con la Casa Blanca, que presiona para que las grandes automotrices fabriquen dentro del territorio estadounidense.

    Stellantis reorganiza su estrategia para sobrevivir al nuevo entorno arancelario

    Las inversiones se destinarán a la reapertura de plantas, contratación de personal y desarrollo de nuevos modelos de las marcas Jeep, RAM y Dodge. Los planes incluyen el eventual relanzamiento de una camioneta mediana en la planta inactiva de Belvidere, Illinois, donde se prevé recontratar a más de 1,500 trabajadores.

    El nuevo director ejecutivo, Antonio Filosa, asumió el cargo en mayo con la misión de estabilizar al grupo tras una fuerte caída de ventas en EE. UU. y Europa. Bajo la gestión anterior, la compañía había apostado por trasladar parte de su producción a países con menores costos, como México, y a plantas europeas poco rentables. Sin embargo, la política proteccionista de Trump alteró por completo ese esquema.

    Actualmente, Stellantis intenta recalibrar sus inversiones globales. Según fuentes consultadas por Bloomberg, la empresa busca concentrar su producción en el mercado estadounidense, considerado esencial para las ganancias del grupo. “El objetivo es asegurar el futuro de las marcas más emblemáticas”, declaró un portavoz de la compañía, aludiendo a Jeep, Dodge y Chrysler.

    Filosa también evalúa reducir inversiones en Europa, donde la baja demanda y la competencia china han golpeado la rentabilidad. De hecho, Stellantis suspendió la producción en ocho plantas europeas, entre ellas las de modelos Fiat Panda y Alfa Romeo Tonale.

    Trump endurece su política industrial y presiona a las automotrices extranjeras

    Los planes de Stellantis coinciden con la ofensiva económica de Donald Trump, quien ha reconfigurado el comercio automotriz global. El presidente estadounidense mantiene un arancel del 25% sobre vehículos y autopartes importadas, afectando a las unidades RAM de servicio mediano que la firma fabrica en México.

    Empresas como Hyundai Motor ya han respondido a las presiones aumentando sus inversiones en territorio estadounidense. En agosto, la compañía surcoreana anunció un plan de 5 mil millones de dólares adicionales para reforzar su presencia en Georgia y Alabama.

    En este contexto, Stellantis pretende mostrar cooperación y evitar nuevos aranceles que puedan golpear su estructura de costos. Además, la inversión podría fortalecer su relación con los sindicatos locales, como United Auto Workers (UAW), que ha exigido reactivar empleos en plantas cerradas durante los últimos años.

    Crisis europea y giro estadounidense: el futuro de Stellantis

    El grupo, propietario de 14 marcas que incluyen Fiat, Peugeot, Citroën y Maserati, enfrenta una sobrecapacidad en Europa y la irrupción de fabricantes chinos como BYD, que han ganado terreno con autos eléctricos más baratos. Para reducir pérdidas, Stellantis considera vender su negocio de autos compartidos Free2move y retirar apoyo a proyectos como la empresa conjunta de hidrógeno con Michelin y Forvia SE.

    La estrategia “Made in America” responde también a una agenda política. Trump ha prometido incentivos fiscales a las empresas que regresen su producción al país. Según analistas, Stellantis busca adelantarse a eventuales sanciones y preservar su acceso preferencial al mercado estadounidense.

    Filosa, veterano de Fiat Chrysler Automobiles, enfrenta la presión de cumplir con los compromisos asumidos ante los sindicatos europeos. A finales de octubre, se reunirá con representantes italianos para explicar los ajustes. Mientras tanto, los inversionistas celebraron el repunte de entregas del tercer trimestre en EE. UU., lo que sugiere que la reorientación comienza a dar resultados.

    El giro estratégico confirma un hecho: la política comercial de Donald Trump está redibujando el mapa industrial del sector automotriz global. Stellantis, como muchas otras, ha entendido el mensaje.

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