La Policía Federal de Brasil arrestó la semana pasada en São Carlos, estado de São Paulo, a Thiago José Silva Barboza de Paula, de 44 años, acusado de mantener vínculos con el Estado Islámico y de intentar reclutar jóvenes por Internet para unirse al grupo terrorista. En su residencia, las autoridades encontraron armas falsas, productos químicos para fabricar explosivos y un machete.
El grupo radical Comando 860 y su conexión con el Estado Islámico
Según la investigación del centro de análisis Atlántico Intelligence Group, Thiago Barboza formaba parte de un grupo online llamado Comando 860, donde se compartía propaganda del Estado Islámico y manuales para fabricar explosivos. Se sospecha que Barboza era el administrador de este grupo, liderado por un usuario conocido como «Salafi860», quien operaba desde plataformas encriptadas como TechHaven.
TechHaven ha sido señalada desde 2019 como un espacio controlado casi exclusivamente por simpatizantes del Estado Islámico. En los chats del grupo se encontraron materiales como el juramento de lealtad al Estado Islámico (Bay’a), revistas propagandísticas del grupo (Dabiq y Rumiyah) y documentos militares brasileños. Incluso se identificaron usuarios de diferentes nacionalidades, incluyendo brasileños, uruguayos y otros con interés en perpetrar ataques.

Radicalización de jóvenes y conexión regional
Barboza no es el único caso de radicalización en Brasil. En julio de este año, Fábio Samuel Da Costa Oliveira, alias «Mahmoud al Brazili», fue condenado por terrorismo al intentar unirse al Estado Islámico en Turquía. También intentó reclutar a menores y planeaba un ataque contra la embajada de Israel en Brasilia.
El caso de un adolescente uruguayo detenido en septiembre en Lascano, quien había amenazado con cometer un atentado en TechHaven, sugiere que la radicalización de jóvenes en América Latina es una tendencia preocupante. Esto ha llevado a expertos en seguridad a advertir sobre el aumento de redes de reclutamiento en la región.
La respuesta internacional y los desafíos en América Latina
Países como Reino Unido y Francia han implementado programas de prevención del extremismo, como Prevent, que buscan evitar la radicalización de jóvenes. Sin embargo, en América Latina, la ausencia de estrategias similares y factores como la pobreza y el difícil acceso a la educación han facilitado la influencia de predicadores extranjeros.
El caso brasileño de la red salafista en el Amazonas, que ofrecía cursos a jóvenes indígenas socialmente vulnerables, es un ejemplo de cómo estas redes se aprovechan de las condiciones socioeconómicas para ganar adeptos. Además, la situación en Siria y el resurgimiento de grupos yihadistas, como Firqat al-Ghuraba y Hayat Tahrir al Sham, podrían atraer nuevamente a combatientes extranjeros, incluyendo latinoamericanos.
El impacto del ISIS-KP en la región
La expansión del grupo ISIS-KP (provincia de Jorasán) también plantea un nuevo desafío en América Latina. En agosto, un ciudadano tayiko vinculado a este grupo fue detenido en Costa Rica, lo que ha encendido alarmas en Brasil y otros países sobre el posible tránsito y financiamiento de actividades terroristas en la región.
Un incidente en octubre en Mato Grosso, Brasil, donde se incautaron ladrillos de cocaína marcados con caracteres árabes, refleja la complejidad de la situación y las posibles conexiones entre el tráfico de drogas y el terrorismo.
Conclusión
El arresto de Thiago Barboza y otros casos recientes subrayan la creciente amenaza de la radicalización y el terrorismo en América Latina. Sin programas preventivos robustos y colaboración internacional, la región enfrenta el riesgo de convertirse en un punto estratégico para grupos extremistas en expansión.
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