Los esfuerzos diplomáticos de Donald Trump en Medio Oriente se centran en salvaguardar el frágil cese del fuego en Gaza, alcanzado tras dos años de guerra devastadora que dejó más de 66,000 palestinos muertos y 1,200 israelíes fallecidos en el ataque inicial de Hamas el 7 de octubre de 2023. Para ello, negociadores clave como Steve Witkoff y Jared Kushner llegaron a Jerusalén para reunirse con el primer ministro Benjamín Netanyahu, con el objetivo de fortalecer la tregua y avanzar a la segunda fase del acuerdo de 20 puntos propuesto por Washington en septiembre. Esta presión busca prevenir un nuevo ciclo de violencia, mientras el vicepresidente JD Vance se une a la delegación para respaldar la iniciativa de paz, que incluye desarme de Hamas y reconstrucción supervisada internacionalmente.
El cese del fuego, mediado por EE. UU., Qatar, Egipto y Turquía, entró en vigor en enero de 2025 y se extendió tras liberaciones iniciales de rehenes. Sin embargo, persisten incumplimientos: Hamas no ha entregado los 28 cuerpos de rehenes judíos restantes, y Israel mantiene cerrado el paso de Rafah, limitando la ayuda humanitaria. El domingo pasado, pese a la tregua, choques aislados en Gaza requirieron intervención de Trump y mediadores regionales para evitar una escalada, ilustrando la precariedad del pacto.
Fragilidad del acuerdo: Quid Pro Quo bajo presión internacional
El pacto opera en un delicado equilibrio de quid pro quo: Hamas libera rehenes y cuerpos a cambio de prisioneros palestinos y apertura de fronteras; Israel permite mayor ayuda humanitaria y retiro gradual de tropas. Monitoreado por EE.UU., Qatar, Egipto y Turquía, el proceso estipula excavaciones inminentes en Gaza por equipos humanitarios para localizar los restos pendientes, que Hamas afirma no ubicar.
Trump, quien asumió el liderazgo del «Board of Peace» en el plan, ha expresado confianza en la «buena fe» de Hamas hasta ahora, pero advierte que un rechazo podría autorizar a Israel a «terminar el trabajo» contra el grupo. Netanyahu, bajo presión interna por protestas que lo tildan de débil, desconfía de las promesas de desarme y prepara una posible ofensiva, según fuentes israelíes.
«Hamas prometió desarmarse, y lo harán», insistió Trump en un tuit reciente, defendiendo el pacto pese a críticas de que favorece a Israel al mantener un buffer zone permanente.
Segunda Fase: Desarme, Gobierno provisional y estabilización
La agenda de Witkoff y Kushner –yerno de Trump y arquitecto de los Acuerdos de Abraham– enfoca la fase dos, condicionada a la entrega de los cuerpos restantes. Sus metas incluyen el desarme total de Hamas, destrucción de túneles y logística militar, y la formación de un gobierno provisional palestino «tecnocrático y apolítico», supervisado por el Board of Peace con figuras como Tony Blair. Este comité financiaría la reconstrucción de Gaza, valorada en miles de millones, hasta que la Autoridad Palestina asuma control tras reformas.
Un pilar clave es la Fuerza Internacional de Estabilización, que se desplegaría de inmediato para entrenar policía local y coordinar fronteras con Egipto e Israel, facilitando la salida de miembros de Hamas a Cisjordania, Qatar o Egipto. Mediadores árabes, como Qatar, son vitales para presionar a Hamas por su arsenal oculto, estimado en miles de cohetes y armas ligeras.
Desafíos pendientes: Contener a Netanyahu y el rol de los aliados
La mayor prueba para los enviados es moderar a Netanyahu, cuya coalición de ultraderecha rechaza cualquier concesión. Trump, que ha fortalecido lazos con Arabia Saudita y Emiratos para aislar a Hamas, dejó al premier «sin margen de maniobra», según un asesor israelí. En X, analistas destacan la intervención de Trump para frenar bombardeos recientes, forzando un alto al fuego que Netanyahu planeaba usar como palanca.
Vance, Witkoff y Kushner esperan retornar a Washington con los rehenes en ruta y una hoja de ruta para el desarme, un logro que podría estabilizar la región. Sin embargo, con tensiones latentes y la ONU reportando 191 localidades incomunicadas en Gaza, el pacto pende de un hilo. En un Medio Oriente volátil, la apuesta de Trump por la paz podría redefinir legados, o desatar un nuevo capítulo de conflicto.
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