Un avistamiento inaudito sacudió la Zona de Exclusión de Chernobyl: al menos tres perros con pelaje completamente azul, detectados el 6 de octubre por voluntarios de Dogs of Chernobyl. Estos caninos, descendientes de mascotas abandonadas tras el desastre nuclear de 1986, aparecieron teñidos de un azul vibrante cerca de la planta y la ciudad evacuada, sin signos de malestar.
“No eran azules la semana pasada. No sabemos la razón, y estamos intentando capturarlos para averiguar qué está ocurriendo”, alertó el equipo en un video viral de Instagram, visto por más de 330.000 usuarios.
La organización, afiliada a Clean Futures Fund, cuida a unos 700 perros en los 47 km² de la zona, donde la radiación supera seis veces el límite humano.
El hallazgo, confirmado por geotags en las imágenes, descartó mutaciones radioactivas. Los perros lucen activos y sanos, sin lamer el tinte, según la veterinaria Jennifer Betz. “Aparecen saludables… Sospecho que, mientras no ingieran la sustancia, es mayormente inofensiva”, explicó a IFLScience. La hipótesis principal apunta a un químico externo, posiblemente de un porta-potty con fuga, similar a incidentes en Rusia (2021) y Chile, donde perros rodaron en sulfato de cobre o residuos industriales. Dogs of Chernobyl descartó marcas de identificación o pintura intencional; el azul es temporal y lavable.
El video, compartido el 13 de octubre, muestra manadas con ejemplares azules trotando junto a otros de pelaje normal, cerca del reactor abandonado. “Lo más probable es que hayan estado en contacto con algún químico”, indicó el equipo, mientras intentan atraparlos para pruebas. Fuentes como Daily Mail reportan que el tinte surgió de rodar en una acumulación azulada, no de radiación –niveles en la zona rondan 11,28 millirem, letales para humanos pero tolerados por la fauna.
En redes, el fenómeno explotó: usuarios de TikTok sugieren “contaminación externa lavable”, mientras otros bromean sobre “superpoderes mutantes”. Un post en Instagram acumula 473 comentarios, desde admiración hasta teorías conspirativas. “Es un recordatorio de que los perros son curiosos en cualquier entorno, incluso contaminado”, reflexiona Betz. La organización, activa desde 2017, ha esterilizado más de 1.000 animales para controlar la población, invirtiendo en vacunas y alimentación pese a los riesgos.
Este caso no altera la salud general: los perros prosperan en la ausencia humana, con lobos, ciervos y aves multiplicados. Pero resalta vulnerabilidades químicas residuales del desastre, que liberó radiactividad equivalente a 500 bombas de Hiroshima.
Herencias Genéticas: Sobrevivientes de un Apocalipsis Silencioso
Los perros de Chernobyl son hijos de las 120.000 mascotas dejadas atrás en la evacuación del 26 de abril de 1986. En este limbo radioactivo, han evolucionado: un estudio de 2024 en Canine Medicine and Genetics, liderado por Norman J. Kleiman de la Universidad de Columbia, analizó sangre de 116 ejemplares. Hallaron 400 loci genéticos atípicos y 52 genes ligados a la exposición crónica, confiriendo inmunidad a radiación, metales pesados y toxinas. “Dos poblaciones distintas: una cerca de la planta, otra en la ciudad a 16 km, ambas con adaptaciones únicas”, detalla el paper, comparándolos con perros de control.
Estas mutaciones, heredadas por generaciones, explican su vigor: cánceres raros y tasas de supervivencia altas. Aunque el azul no vincula directamente –es superficial–, acelera investigaciones. Clean Futures Fund recolecta muestras para descartar impactos a largo plazo, financiado por donaciones globales.
El azul efímero contrasta con la resiliencia perdurable. Mientras voluntarios como Betz continúan misiones anuales, estos guardianes peludos simbolizan renacimiento en ruinas. “No son mutantes de película, pero su historia es real: supervivencia pura”, concluye Kleiman. En la zona vedada, la vida, teñida o no, persiste con tenacidad inquebrantable.
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