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    EE. UU. intensifica su ofensiva: nuevo ataque naval deja cuatro muertos en el Pacífico

    El Departamento de Defensa de EE. UU. confirmó que un nuevo ataque militar, ordenado por el presidente Donald Trump, destruyó una embarcación supuestamente vinculada al narcotráfico en el Pacífico Oriental. El operativo dejó cuatro personas muertas y reavivó la controversia sobre la legalidad y los alcances de la ofensiva marítima estadounidense contra grupos calificados como “narcoterroristas”.

    Un ataque más en una campaña sin precedentes

    El secretario de Defensa, Pete Hegseth, explicó que la operación fue ejecutada durante la madrugada del miércoles, cuando un buque militar estadounidense interceptó una embarcación sospechosa de transportar estupefacientes por una ruta habitual del tráfico marítimo internacional. Según el funcionario, el ataque se llevó a cabo “por orden directa del presidente Trump”.

    Un video difundido por el Pentágono muestra el momento en que el barco flotaba inmóvil antes de ser alcanzado por una explosión que lo envolvió en llamas. “Cuatro narcoterroristas varones se encontraban a bordo del buque y murieron durante el ataque, que se realizó en aguas internacionales. Ningún miembro de las fuerzas estadounidenses resultó herido”, detalló Hegseth.

    El secretario también lanzó una advertencia al crimen organizado: “El hemisferio occidental ya no es un refugio seguro para los narcoterroristas que introducen drogas en nuestras costas para envenenar a los estadounidenses. El Departamento de Guerra continuará buscándolos y eliminándolos dondequiera que operen”.

    Operaciones bajo la lupa internacional

    El ataque se produjo apenas un día después de una serie de ofensivas en las que el ejército estadounidense destruyó cuatro embarcaciones y dejó más de una docena de muertos. Con este nuevo episodio, suman más de 12 buques destruidos y al menos 62 fallecidos desde el inicio de la campaña naval encabezada por el Comando Sur.

    La estrategia, conocida internamente como Operación Escudo del Caribe, ha generado fricciones diplomáticas con varios países latinoamericanos. Las acciones se concentran en aguas internacionales cercanas a Venezuela, Colombia y Ecuador, regiones señaladas por Washington como puntos clave del tráfico de cocaína hacia el hemisferio norte.

    Reacciones y consecuencias diplomáticas

    La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, confirmó que EE. UU. solicitó ayuda para localizar a un posible sobreviviente del ataque. Sin embargo, los esfuerzos de rescate “fueron infructuosos”, según informó su gobierno.

    Desde Brasil, el mandatario Luiz Inácio Lula da Silva declaró que “ninguna nación puede asumir el papel de policía global sin rendir cuentas por sus actos”. En contraste, funcionarios estadounidenses defendieron la operación como un paso necesario para “proteger a la población del narcotráfico y el terrorismo transnacional”.

    Críticos y organizaciones internacionales de derechos humanos, como Human Rights Watch y Amnistía Internacional, han pedido transparencia sobre los objetivos destruidos. Washington, hasta ahora, no ha presentado pruebas públicas que confirmen la presencia de drogas o armas en las embarcaciones atacadas.

    Una política cada vez más arriesgada

    Analistas de seguridad advirtieron que la campaña podría escalar hacia ataques en tierra. El propio presidente Trump declaró la semana pasada que no descarta “acciones selectivas” en países donde operen grupos ligados al narcotráfico, pero aseguró que cualquier incursión será notificada al Congreso.

    Mientras tanto, el Departamento de Estado insiste en que las operaciones navales se enmarcan dentro del derecho internacional y buscan cortar rutas de contrabando que terminan afectando directamente la salud pública estadounidense. Sin embargo, en América Latina crece la inquietud ante el precedente de una militarización del combate antidrogas sin supervisión multilateral.

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