En Belém, corazón amazónico de Brasil, cerca de 50 líderes mundiales se reúnen para reactivar el compromiso internacional frente al cambio climático, en una cita previa a la COP30 marcada por ausencias notables, tensiones energéticas y una advertencia urgente: el límite de 1,5 °C está al borde del colapso.
La Amazonia como escenario y símbolo
El encuentro, celebrado entre el 6 y 7 de noviembre, reúne al primer ministro británico Keir Starmer y al presidente francés Emmanuel Macron, junto con representantes de China e India de rango ministerial. Sin embargo, la ausencia de Estados Unidos pesa. El presidente Donald Trump calificó la ciencia climática como “una estafa”, distanciando nuevamente a su país del consenso global.
Brasil eligió Belém —una ciudad de 1,4 millones de habitantes donde la mitad vive en zonas populares— como sede para subrayar la urgencia de proteger la selva amazónica. La decisión generó controversias por los problemas logísticos y los altos precios, pero también dio visibilidad a una región históricamente marginada.
“Esta cumbre está trayendo a Belém el reconocimiento que merece”, expresó Karol Farias, una maquilladora local de 34 años, mientras recorría el mercado Ver-o-Peso.
Un contexto global en crisis
Pese al esfuerzo diplomático brasileño, las divisiones se hacen sentir. Brasil busca mostrarse como mediador, pero enfrenta críticas por haber autorizado exploraciones petroleras en la desembocadura del Amazonas. La contradicción empaña el mensaje ambiental de Lula da Silva, que insiste en que su prioridad es equilibrar desarrollo y preservación.
El secretario general de la ONU, António Guterres, lanzó un mensaje claro: “El objetivo de 1,5 grados está fuera de alcance”. Según el organismo, incluso si todos los compromisos climáticos se cumplieran, el planeta se calentará 2,5 °C para fin de siglo.
Ante ese panorama, Brasil busca que la reunión en Belém sirva para fijar una hoja de ruta hacia la transición energética. La presidencia de la COP30 también anunció la habilitación de tres buques para alojar gratuitamente a delegaciones de países de bajos ingresos, una medida que refleja las dificultades logísticas del evento.
Tensiones políticas y reclamos del sur global
El encuentro se desarrolla en un mundo convulsionado por guerras, tensiones comerciales y un creciente rechazo populista a las políticas verdes. En este clima, las naciones más vulnerables reclaman justicia climática y financiamiento real.
“Esto no es caridad, es una necesidad”, declaró Evans Njewa, presidente del bloque de Países Menos Adelantados. El grupo exige un incremento del financiamiento climático a 1,3 billones de dólares anuales para 2035, cifra considerada mínima para enfrentar sequías, inundaciones y pérdida de biodiversidad.
La directora ejecutiva de Greenpeace Brasil, Carolina Pasquali, fue aún más directa: “Los líderes deben entregar un mandato claro para cerrar brechas y actuar con ambición. Basta de discursos vacíos”, afirmó desde el buque Rainbow Warrior, anclado frente al puerto de Belém.
Lula exige pasar de las palabras a la acción
El presidente Lula da Silva llamó a los líderes a asumir compromisos concretos: “Basta de hablar, ahora tenemos que implementar lo que ya discutimos”. Su gobierno impulsa un fondo global para compensar a los países tropicales que protejan sus selvas, y busca priorizar la adaptación climática como eje central de la agenda de la COP30.
“Para muchos de nuestros países, no podremos adaptarnos si se supera el umbral de dos grados”, advirtió Ilana Seid, diplomática de Palaos y presidenta de la Alianza de Pequeños Estados Insulares.
El anfitrión brasileño intenta equilibrar la diplomacia ambiental con sus intereses energéticos, proponiendo una “hoja de ruta” para reducir gradualmente el uso de combustibles fósiles. Lula reconoce, sin embargo, que “es una conversación difícil”.
El reto de la cumbre de Belém es transformar los discursos en compromisos verificables. En un mundo que avanza hacia un calentamiento peligroso, la esperanza de acción real depende de que las promesas no se diluyan, una vez más, entre comunicados y aplausos.
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