El nuevo mandatario boliviano prometió reconstruir un país “devastado” por la crisis económica y política tras más de dos décadas de dominio del Movimiento al Socialismo. Su discurso marcó el fin del ciclo del masismo y el inicio de una etapa liberal en la región andina.
Un país “devastado” y un gobierno que busca empezar de cero
Rodrigo Paz Pereira asumió este sábado la presidencia de Bolivia en una ceremonia celebrada en La Paz, luego de su victoria en el balotaje del 19 de octubre. En su primer mensaje como jefe de Estado, describió la situación del país como “crítica” y responsabilizó directamente a los expresidentes Evo Morales y Luis Arce por dejar una economía “quebrada y endeudada”.
“El país que recibimos está devastado. Nos dejan inflación, escasez, deuda, desconfianza y un Estado paralizado. ¿Qué carajo hicieron con la bonanza?”, lanzó Paz ante la Asamblea Legislativa. Su discurso, cargado de críticas y de tono emocional, fue recibido con aplausos y ovaciones de sus simpatizantes.
El nuevo presidente hizo un llamado a la unidad nacional y a dejar de lado las ideologías: “Bolivia decidió despertar y lo hizo de pie, con el arma más poderosa que existe: el voto y la democracia”. También prometió que su gobierno se enfocará en la descentralización de recursos públicos, créditos productivos, reformas tributarias y la eliminación de trabas administrativas para impulsar el crecimiento.
Un viraje político y diplomático sin precedentes
La investidura de Paz simbolizó un cambio profundo en la política boliviana tras más de 20 años del MAS en el poder. Al acto asistieron los presidentes de Argentina (Javier Milei), Chile (Gabriel Boric), Paraguay (Santiago Peña), Uruguay (Yamandú Orsi) y Ecuador (Daniel Noboa), además de una delegación del gobierno de EE. UU. encabezada por Christopher Landau, secretario del Departamento de Estado.
La concurrencia evidenció el giro diplomático que emprenderá Bolivia. “Nunca más una Bolivia aislada del mundo”, dijo Paz al saludar a las delegaciones internacionales. Su gobierno buscará recomponer relaciones con Estados Unidos, interrumpidas por 17 años, y con Chile, con quien no había vínculos diplomáticos desde hace más de cuatro décadas.
Este reposicionamiento marca un cambio radical frente a la política exterior antiimperialista del MAS, y coloca al país dentro de la corriente regional de gobiernos liberales, junto con los de Milei y Noboa.
El ascenso de un líder inesperado y su alianza con Edmand Lara
Rodrigo Paz, de 58 años, es hijo del expresidente Jaime Paz Zamora (1989-1993). Economista con estudios en relaciones internacionales, se desempeñó como diputado, concejal, alcalde y senador antes de alcanzar la Presidencia. Su victoria fue sorpresiva: en la primera vuelta aparecía rezagado, pero en el balotaje logró imponerse con el 54% de los votos sobre el exmandatario Jorge Quiroga.
El impulso decisivo provino de su compañero de fórmula, Edmand Lara, un ex policía popular en redes sociales por denunciar corrupción dentro de la institución. Lara conectó con el electorado joven y con los trabajadores informales —el 80% de la fuerza laboral boliviana—, consolidando una base social heterogénea.
Durante su campaña, Paz utilizó consignas como “capitalismo para todos” y apeló a la llamada “burguesía urbana de origen indígena”, un nuevo grupo social que emergió durante los años del MAS y que hoy busca ascenso económico y reconocimiento político.
Entre promesas y contradicciones económicas
Aunque Paz prometió no solicitar créditos internacionales hasta “ordenar la casa”, poco después de su elección viajó a EE. UU. para reunirse con el FMI, el Banco Mundial y la CAF, de donde obtuvo financiamiento millonario. El gesto tranquilizó a los mercados y atrajo el respaldo de las élites empresariales, antes escépticas.
En los días previos a su toma de posesión, mantuvo reuniones con emprendedores de El Alto y empresarios de Santa Cruz, a quienes prometió inversión, seguridad jurídica y apertura comercial. “Cuando la plata no se roba, alcanza”, repitió en varios actos.
Sin embargo, su mayor reto será enfrentar la crisis estructural del país: déficit fiscal, inflación, escasez de combustibles, falta de dólares y reservas internacionales al límite. Con un Congreso fragmentado, su gobierno dependerá de pactos y acuerdos para aplicar reformas.
Un llamado al consenso para reconstruir Bolivia
Al finalizar su discurso inaugural, Paz pidió a los legisladores un “Acuerdo Nacional del Bicentenario” con todas las fuerzas políticas. “No se transforma la patria, se transforma el Estado tranca. Ese es mi compromiso”, dijo ante los aplausos.
El nuevo presidente cerró su mensaje con optimismo: “Estamos de pie, firmes por la patria y decididos a reconstruirla. Vamos a salir de esta”. Su desafío, advirtió la prensa local, será tan grande como las expectativas de una nación agotada por la crisis.
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