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    El secreto de la dieta del panda

    Un nuevo estudio revela que los microARN del bambú pueden influir en el metabolismo del panda gigante, ayudando a su adaptación a una dieta herbívora, a pesar de que su sistema digestivo está diseñado para una alimentación carnívora. Publicado en la revista Frontiers in Veterinary Science, este hallazgo podría explicar cómo estos osos han logrado sobrevivir comiendo casi exclusivamente bambú durante millones de años.

    MicroARN y la adaptación del panda gigante

    El panda gigante, aunque pertenece a la familia de los úrsidos, tiene una dieta casi exclusivamente herbívora, con el bambú como su principal alimento. Sin embargo, su flora intestinal y genoma indican que está más adaptado a una alimentación carnívora. Investigadores de la Universidad Normal del Oeste de China analizaron muestras de sangre de siete pandas gigantes y encontraron 57 microARN derivados del bambú que pueden modular funciones biológicas esenciales, incluyendo el metabolismo de la dopamina.

    Estos microARN pueden influir en las preferencias alimentarias del panda, ajustando su respuesta fisiológica a la ingesta de bambú. Según Feng Li, investigador principal del estudio, estas pequeñas moléculas también regulan el olfato y el gusto, lo que podría explicar por qué el panda gigante sigue prefiriendo el bambú a pesar de su ineficacia digestiva.

    Implicaciones para la conservación

    El descubrimiento de los microARN del bambú podría tener aplicaciones más allá de la dieta del panda. Estos compuestos también podrían desempeñar un papel en la regulación inmunológica, mejorando la resistencia del panda gigante a enfermedades. Este hallazgo podría ser clave para desarrollar estrategias de conservación más efectivas, asegurando la supervivencia de esta especie.

    A nivel global, los esfuerzos de conservación han sido fundamentales para la protección del panda gigante, catalogado como «vulnerable» por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. En China, el 70% de los hábitats naturales del panda están protegidos, mientras que en zoológicos como el de Madrid, programas de reproducción han logrado criar con éxito varios ejemplares.

    El siguiente paso para los científicos es analizar muestras de sangre de pandas jóvenes que aún no han comido bambú para determinar con mayor precisión cómo estos microARN influyen en su adaptación.

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