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    El ajedrez, prohibido en Afganistán por los talibanes entre objeciones religiosas

    El régimen talibán ha sumado una nueva prohibición a su largo historial de restricciones: el ajedrez. La suspensión del juego fue confirmada por el portavoz del Comité Olímpico Nacional de Afganistán, Atal Mashwani, quien declaró que la medida se tomó “debido a preocupaciones religiosas con respecto al juego”, sin definir una fecha para su eventual restitución.

    Mashwani explicó que el ajedrez también se encuentra prohibido bajo la Ley del Ministerio de Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio, una instancia religiosa que ha adquirido gran influencia en la vida pública desde el regreso al poder de los talibanes. Por lo tanto, hasta que dichas preocupaciones se resuelvan, el juego permanecerá fuera de la vida deportiva del país.

    La prohibición llega en un contexto en el que los talibanes han intensificado el control sobre distintas actividades culturales, sociales y recreativas, incluyendo la música, el cine y diversos deportes. Aunque el ajedrez no implica contacto físico ni exposición pública de las mujeres —motivos comunes para otras restricciones—, las autoridades sostienen que el juego distrae de las obligaciones religiosas y fomenta apuestas y ociosidad, factores considerados negativos según su interpretación estricta del islam.

    A pesar de ello, algunos eruditos islámicos han expresado puntos de vista más moderados. Mohammad Saleh Islampur, académico consultado por la agencia EFE, sostuvo que “todos los deportes que no perjudiquen la salud, no atenten contra la dignidad humana, no impliquen corrupción financiera ni distraigan de los deberes religiosos son permisibles, y algunos incluso se consideran Sunnah”, es decir, prácticas recomendadas por el profeta Mahoma.

    Un juego milenario atrapado entre la fe y la represión

    El ajedrez tiene raíces profundas en Asia, particularmente en Persia, donde evolucionó a partir del chaturanga indio alrededor del siglo VI. A lo largo de los siglos, el juego se expandió por el mundo islámico, siendo adoptado y perfeccionado por distintas culturas.

    Incluso durante la Edad de Oro del Islam, muchos califas y sabios musulmanes eran entusiastas jugadores de ajedrez, y el juego era visto como una herramienta de desarrollo mental y disciplina estratégica.

    La contradicción es evidente: mientras que en el pasado el ajedrez era promovido como una actividad noble en sociedades musulmanas, hoy es vetado por un régimen que interpreta las enseñanzas religiosas de forma restrictiva.

    En algunos círculos talibanes, se considera que el ajedrez fomenta la rivalidad, el uso ineficaz del tiempo y que puede derivar en juegos de azar, todo lo cual choca con su visión de vida piadosa y estrictamente estructurada.

    Con esta medida, el gobierno talibán no solo restringe otra forma de esparcimiento e intelectualidad en el país, sino que también reafirma su intención de moldear todos los aspectos de la vida afgana a su ideología.

    La suspensión del ajedrez es un reflejo más de las tensiones entre la rica herencia cultural de Afganistán y el control doctrinario que los talibanes imponen desde su regreso al poder.

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