El Departamento de Transporte de Estados Unidos (DOT, por sus siglas en inglés) emitió una orden que sacude directamente al sector aéreo mexicano: revocó la aprobación de 13 rutas actuales o planeadas de aerolíneas nacionales hacia ese país y suspendió los vuelos combinados de pasajeros y carga que partían del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA). La medida, impulsada por el secretario de Transporte, Sean Duffy, marca un nuevo episodio de tensión entre ambos gobiernos por el control de los cielos bilaterales.
Washington acusa trato desigual en los aeropuertos mexicanos
Según el comunicado del DOT, la decisión responde a “acciones ilegales y restrictivas” por parte de las autoridades mexicanas, a quienes acusa de haber cancelado y congelado vuelos de aerolíneas estadounidenses durante tres años “sin consecuencias”. El organismo considera que el gobierno mexicano ha manipulado la asignación de slots —los espacios horarios de despegue y aterrizaje— tanto en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez (AICM) como en el AIFA, en perjuicio de las compañías norteamericanas y en beneficio de las locales.
“México ha incumplido repetidamente los compromisos de reciprocidad establecidos en el acuerdo bilateral de aviación. Nuestra respuesta busca restablecer el equilibrio competitivo y proteger a los pasajeros estadounidenses”, señaló Duffy en un documento oficial.
La resolución detalla que quedan sin efecto inmediato los permisos para rutas y servicios combinados de Aeroméxico, Volaris y Viva Aerobus. Además, ordena congelar la expansión de operaciones que incluyan carga en bodega (“belly cargo”) entre ambos países, limitando así la capacidad de crecimiento del sector aéreo mexicano.
Fuentes diplomáticas reconocen que la medida no afecta de manera directa a los vuelos actualmente en servicio, pero sí compromete los planes de expansión para los próximos meses. En particular, el DOT advirtió que las restricciones podrían endurecerse si México no modifica sus políticas aeroportuarias.
Volaris analiza impacto y pide diálogo bilateral
Tras conocerse la decisión, Volaris fue la primera en reaccionar públicamente. En un comunicado, la empresa informó que “está analizando el alcance de las medidas adoptadas por el Departamento de Transporte de EE. UU.” y subrayó que el impacto inmediato sería limitado, ya que su participación en el transporte de carga entre México y Estados Unidos es mínima.
Sin embargo, la aerolínea reconoció un golpe puntual: la no aprobación de su nueva ruta entre el AICM y Newark, Nueva Jersey, prevista para iniciar el 2 de noviembre. “Estamos evaluando opciones para minimizar las afectaciones a nuestros usuarios y mantener la conectividad”, añadió la compañía, que también confirmó estar en diálogo con la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) y otras autoridades mexicanas.
El mensaje final de Volaris fue de contención y diplomacia: “Reafirmamos nuestro compromiso de mantener la conectividad aérea entre México y Estados Unidos, ofreciendo opciones accesibles y seguras a nuestros clientes”.
México, bajo presión para liberar los cielos
Analistas del sector coinciden en que la decisión estadounidense es una forma de presión para forzar cambios regulatorios en México. Desde hace meses, Washington ha expresado su inconformidad con las restricciones impuestas por la administración mexicana, que busca reducir operaciones en el saturado AICM y redirigir parte del tráfico aéreo al AIFA.
Esta estrategia, aunque defendida por el gobierno como una medida de ordenamiento, ha sido interpretada por las aerolíneas extranjeras como una maniobra proteccionista que viola el acuerdo bilateral de cielos abiertos firmado en 2015.
Si bien el DOT dejó abierta la posibilidad de diálogo, advirtió que “el incumplimiento continuado de México puede afectar los planes de viaje de los ciudadanos estadounidenses”. En términos prácticos, esto podría traducirse en cancelaciones, ajustes de itinerarios y mayores costos para los pasajeros en ambos lados de la frontera.
El gobierno mexicano aún no ha emitido una respuesta oficial, pero fuentes de la industria anticipan que la SICT buscará una mesa técnica para evitar una escalada que derive en represalias más severas.
Por ahora, el futuro inmediato del transporte aéreo binacional queda en vilo. Las aerolíneas mexicanas deberán navegar entre la diplomacia y la urgencia de mantener su competitividad frente a una medida que amenaza con alterar el equilibrio del mercado.
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