Con una advertencia tajante sobre las consecuencias económicas y sanitarias que representa el gusano barrenador del ganado, el gobierno de Estados Unidos, encabezado por el presidente Donald Trump, activó esta semana un plan de emergencia para contener la plaga y evitar que cruce desde México. Como parte de esa estrategia, la suspensión de importaciones de ganado mexicano seguirá vigente “hasta nuevo aviso”.
La decisión afecta directamente al comercio bilateral agropecuario y representa un duro golpe para los productores del sureste mexicano. Según el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), Chiapas, Oaxaca y Veracruz son los estados más perjudicados por la medida, que se adoptó tras la detección reciente del parásito a menos de 1,200 kilómetros de la frontera con EE. UU.
Centro de control en Texas y refuerzo fronterizo
La secretaria de Agricultura, Brooke L. Rollins, encabezó este martes la ceremonia oficial de arranque de un nuevo centro de dispersión de moscas estériles en la Base Aérea de Moore, en Texas. Este proyecto, que tendrá una inversión inicial de 8.5 millones de dólares, busca neutralizar la reproducción del gusano barrenador mediante la liberación masiva de insectos estériles en puntos estratégicos de la región fronteriza.
“El gobierno de Estados Unidos no tomará esta amenaza a la ligera. El gusano barrenador puede devastar nuestra industria ganadera, afectar la economía y poner en riesgo la seguridad alimentaria del país”, afirmó Rollins. “Hoy damos el primer paso de una estrategia robusta para impedir que este enemigo silencioso avance”, agregó.
Además del centro en Texas, el Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA) destinará otros 21 millones de dólares para rehabilitar una planta de producción de moscas estériles en Metapa, Chiapas. Con esto se busca contener la plaga dentro de territorio mexicano, en coordinación con autoridades federales de salud animal.
La ofensiva incluye refuerzos en el monitoreo de la frontera, inspecciones zoosanitarias, y una campaña de comunicación binacional para alertar sobre los riesgos del tráfico ilegal de ganado.
Impacto y presión al gobierno mexicano
Desde el 11 de mayo, Estados Unidos suspendió el ingreso de bovinos, equinos y bisontes vivos procedentes de México, tras registrar brotes activos en estados del sur. Aunque México ha pedido revisar la decisión, Washington insiste en que no reabrirá la frontera hasta garantizar que los animales estén libres del parásito.
“México debe reforzar su vigilancia, revisar los protocolos regionales y acelerar la cooperación técnica con Estados Unidos. También es fundamental abrir espacios de diálogo público-privado para coordinar la respuesta”, señaló el GCMA en un comunicado emitido el martes.
Ganaderos del sur de México han denunciado que unas 100 mil cabezas de ganado cruzan ilegalmente cada mes por la frontera con Guatemala, sin control sanitario. Esta situación, advirtieron, ha facilitado la propagación del gusano barrenador hacia el norte del país.
Además del impacto directo en exportaciones, hay preocupaciones sobre la disponibilidad y el precio de la carne en México. “Si esto se agrava, podríamos enfrentar escasez y un alza generalizada de precios”, alertó un productor del Istmo de Tehuantepec. Algunos medios incluso han especulado sobre una posible transición forzada hacia dietas con menos carne si el problema no se controla.
Hasta ahora, la estrategia binacional no ha logrado frenar la presencia del parásito en zonas limítrofes. Sin embargo, el despliegue técnico y financiero de EE. UU. es el más amplio en décadas frente a una amenaza zoosanitaria, y apunta a contenerla antes de que afecte de forma masiva a su industria cárnica.
La presión sobre las autoridades mexicanas crece. Si no se logra una respuesta rápida y efectiva, el cierre de fronteras podría prolongarse por meses, con consecuencias severas para el sector agropecuario nacional y el comercio bilateral.
También te puede interesar: Sheinbaum busca ampliar mercados para México en el G7: comercio con Canadá, India y Alemania




