El conflicto comercial entre México y Estados Unidos sumó un nuevo capítulo con las acusaciones directas de la secretaria de Agricultura estadounidense, Brooke Rollins, contra las autoridades mexicanas. Según la funcionaria, México no ha aplicado los protocolos necesarios para contener la propagación del gusano barrenador del ganado, plaga que ya provocó el cierre casi total de la frontera a las exportaciones mexicanas desde mayo. El brote, detectado en zonas cercanas a Texas, amenaza con escalar a una crisis diplomática y poner presión en la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
Estados Unidos endurece críticas por falta de control
Rollins afirmó en el Ag Outlook Forum de Kansas City que el brote de gusano barrenador a menos de 113 kilómetros de la frontera estadounidense es consecuencia de la falta de medidas de contención en territorio mexicano. De acuerdo con sus declaraciones, México no ha restringido adecuadamente el movimiento de ganado en regiones afectadas ni ha instalado de manera constante las trampas voladoras que ayudan a reducir la población silvestre de moscas responsables de la infestación.
“Lo que encontramos es que México no ha aplicado los controles adecuados de movimiento de ganado en las regiones infectadas y no está poniendo las trampas diariamente como prometió, lo que dificulta nuestras capacidades de detección en tiempo real. Esto es inaceptable”, sentenció la secretaria de Agricultura estadounidense.
Aunque el gusano barrenador aún no ha cruzado hacia Estados Unidos, el riesgo económico es enorme: de confirmarse un brote en su territorio, la industria cárnica estadounidense enfrentaría pérdidas multimillonarias.
México responde con protocolos y coordinación
Horas después de las declaraciones de Rollins, el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) respondió en un comunicado que sí existen medidas de detección en coordinación con el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA). La dependencia aseguró que se estableció un sistema de trampas en las zonas del norte mexicano y que la detección reciente en Nuevo León ocurrió gracias a este protocolo conjunto.
Además, informó que se aplican sistemas de doble inspección al ganado que viaja hacia el norte, con el objetivo de impedir que animales infestados crucen la frontera. Aun así, Senasica reconoció que el control del movimiento interno de ganado es un reto debido a la extensión territorial y a la dispersión de los productores pecuarios.
El 21 de septiembre, el USDA notificó la detección de casos en Nuevo León, lo que generó la movilización inmediata de personal estadounidense en la región. Desde entonces, se intensificó la tensión política y económica, con Washington condicionando la reapertura fronteriza al cumplimiento “estricto y total” de los protocolos de vigilancia.
El T-MEC bajo presión
El cierre de la frontera al ganado mexicano desde mayo afecta a miles de productores que dependen del mercado estadounidense. La disputa surge en un contexto delicado: la próxima revisión del T-MEC, en la que el sector agropecuario será un punto sensible para ambas naciones.
Sheinbaum, consultada sobre el tema en su conferencia, declaró que su gobierno no ha recibido notificación oficial de cambios en los plazos para la reapertura de la frontera, prevista para noviembre. También admitió que “el control de los movimientos internos de ganado en México es complejo”, aunque insistió en que el país cumple con su parte de los acuerdos.
Estados Unidos, por su parte, recuerda que ha invertido 21 millones de dólares en una instalación en el sur de México para producir moscas estériles que se liberan con el objetivo de reducir la población silvestre y frenar la plaga. El hecho de que, pese a estas acciones, persistan los señalamientos sobre insuficiencias mexicanas, anticipa que el diferendo podría escalar más allá del ámbito sanitario.
La plaga del gusano barrenador, que ataca al ganado perforando su piel y generando infecciones mortales, se convirtió en un nuevo factor de fricción en la relación bilateral. Mientras Estados Unidos eleva la presión, México insiste en que coopera bajo los protocolos acordados. El desenlace no solo marcará el futuro inmediato del comercio ganadero, sino que podría condicionar el ambiente político de la revisión del tratado comercial más importante de la región.
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