Pese al millonario rescate impulsado por Claudia Sheinbaum, Pemex volvió a números rojos al cierre del tercer trimestre de 2025. La empresa estatal registró pérdidas por 61 mil 250 millones de pesos, una caída que evidencia los límites del llamado “plan de salvamento energético”. La producción de petróleo y gas natural sigue a la baja, mientras la deuda total ya supera los 100 mil millones de dólares.
La petrolera más endeudada del mundo sigue sin repuntar
Petróleos Mexicanos, la mayor empresa del país y también la más endeudada del planeta, confirmó este lunes que su producción cayó casi 7 % respecto al año pasado. El volumen diario de crudo y condensados bajó a 1.65 millones de barriles, mientras la producción de gas natural se redujo ligeramente a 3 mil 730 millones de pies cúbicos diarios.
El desplome se registró a pesar del paquete de apoyo financiero anunciado por el gobierno federal, que incluyó inyecciones de capital, reducción de impuestos y nuevas líneas de crédito. El resultado: una pérdida neta que contrasta con los casi 60 mil millones de pesos en ganancias del trimestre anterior.
De acuerdo con su informe trimestral, la deuda total de Pemex cerró septiembre en 100 mil 300 millones de dólares, frente a los 98 mil 800 millones del periodo anterior. El dato confirma que los recursos del “Plan Estratégico de Sheinbaum” apenas amortiguan el problema sin revertir la tendencia negativa.
Las pérdidas llegan en un momento clave para la administración federal, que prometió que Pemex sería “autosuficiente financieramente” para 2027. Sin embargo, analistas advierten que la petrolera sigue enfrentando una estructura ineficiente, refinerías obsoletas y una política fiscal que asfixia su operación.
La presidenta Claudia Sheinbaum había prometido una transformación estructural, similar a la reforma energética de los años 2010, pero sin abrir la empresa al control extranjero. En su lugar, el plan se basó en financiamiento interno y deuda soberana, lo que —según economistas— mantiene a Pemex bajo una presión insostenible.
Los 12 mil millones de dólares obtenidos mediante el acuerdo P-Cap, junto con los 13 mil millones de pesos de la banca de desarrollo y 14 mil millones más en recompras de deuda, apenas sirvieron para aplazar pagos y cubrir pasivos inmediatos. A esto se suman otros 14 mil millones que el gobierno transferirá en 2026 para cumplir con obligaciones fiscales y financieras.
Los inversionistas aplauden, pero los pozos envejecen
Aunque las agencias de calificación elevaron recientemente la nota crediticia de Pemex y los bonos de la petrolera se han apreciado, el problema estructural sigue sin resolverse: la producción de crudo está en su nivel más bajo en casi dos décadas.
El plan de negocios presentado en agosto no disipó las dudas sobre la viabilidad operativa de los campos maduros y la eficiencia de las seis refinerías en México. Además, la brecha fiscal con el gobierno federal podría alcanzar los 31 mil millones de dólares este año, la más alta en los 87 años de historia de la empresa.
Para frenar la caída productiva, la administración busca socios privados que ayuden a extraer petróleo y gas en yacimientos agotados. Sin embargo, salvo el Grupo Carso de Carlos Slim, pocas compañías han mostrado interés en invertir en un modelo controlado por el Estado y sujeto a incertidumbre regulatoria.
En medio de la crisis, el gobierno también analiza abrir la puerta al fracking para explotar los yacimientos de esquisto y reducir la dependencia de las importaciones de gas de EE. UU., que alcanzaron un récord de 7 mil 500 millones de pies cúbicos diarios en mayo. La medida, sin embargo, choca con la visión ambientalista que Sheinbaum promovió durante su campaña.
Pemex sigue siendo una empresa símbolo del nacionalismo energético, pero su futuro luce condicionado por la deuda, la falta de inversión extranjera y la presión del Tesoro mexicano para sostener su flujo financiero.
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