El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la imposición de aranceles del 100% a las exportaciones chinas, marcando un punto de quiebre en las tensiones comerciales entre ambas potencias. La medida, que entrará en vigor el 1 de noviembre, llega tras las restricciones impuestas por Pekín a la exportación de minerales de tierras raras, esenciales para las industrias tecnológica y manufacturera. Trump también anunció controles a la exportación de “todo el software crítico”, lo que podría afectar a empresas de semiconductores, inteligencia artificial y telecomunicaciones.
Pekín endurece su control sobre recursos estratégicos
China había anunciado nuevas limitaciones a la venta de minerales como el galio, el germanio y el disprosio, elementos clave en la fabricación de microchips, armamento y sistemas de energía limpia. Washington interpreta esta decisión como una represalia indirecta frente a las restricciones tecnológicas que Estados Unidos impuso a fabricantes chinos desde 2022.
Trump justificó la medida alegando que “China ha adoptado una postura sin precedentes” que amenaza la estabilidad de los mercados globales. En su publicación en Truth Social, advirtió: “A partir del 1 de noviembre, Estados Unidos impondrá un arancel del 100% a China, por encima de cualquier arancel actual”.
Mercados globales reaccionan con incertidumbre
El anuncio provocó una caída inmediata en los mercados asiáticos y en los futuros de Wall Street. El índice Hang Seng de Hong Kong perdió más del 3% en pocas horas, mientras que el yuan se depreció frente al dólar. Analistas prevén una escalada de tensiones comerciales y tecnológicas que podría frenar la recuperación económica global.
Economistas de JP Morgan y Goldman Sachs señalaron que los nuevos aranceles podrían afectar a los consumidores estadounidenses, elevando los costos de importación de productos electrónicos, maquinaria y bienes de consumo. Sin embargo, Trump insistió en que “Estados Unidos ya no tolerará prácticas injustas” y que las medidas buscan “recuperar empleos industriales y proteger la seguridad nacional”.
Un golpe directo a la cumbre con Xi Jinping
El anuncio llega apenas tres semanas antes de la reunión programada entre Trump y el presidente chino Xi Jinping en Corea del Sur. El mandatario estadounidense advirtió que la cita podría cancelarse si Pekín “no muestra señales de cooperación”.
El nuevo paquete arancelario también se interpreta como un movimiento político interno en el contexto electoral estadounidense, donde Trump busca fortalecer su imagen de “duro negociador” frente a China. Algunos analistas comparan este episodio con la guerra comercial de 2018, aunque destacan que ahora el conflicto se extiende a sectores estratégicos como la inteligencia artificial, la defensa y la energía verde.
Reacciones internacionales divididas
La Unión Europea expresó su preocupación por las implicaciones de la medida, mientras que Japón y Corea del Sur llamaron a la “moderación y al diálogo”. En contraste, varios fabricantes estadounidenses de tecnología respaldaron la postura de Trump, señalando que China “ha manipulado las cadenas de suministro durante años”.
El gobierno chino no ha emitido aún una respuesta oficial, aunque fuentes cercanas al Ministerio de Comercio advirtieron que “Pekín no se quedará de brazos cruzados”.
La tensión entre Washington y Pekín vuelve a encender los temores de una nueva guerra comercial, con impactos potenciales en sectores estratégicos de todo el planeta.
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