La Unión Europea aplicó una sanción histórica de 2,950 millones de euros (3,450 millones de dólares) contra Google por prácticas monopólicas en su negocio publicitario digital. El caso, iniciado en 2021, destapó un sistema cerrado que favorecía a la tecnológica frente a competidores y medios de comunicación. Esta decisión, celebrada por algunos sectores europeos como un golpe al dominio de las big tech, amenaza con tensar aún más las relaciones con Washington, donde el presidente Donald Trump ya advirtió represalias comerciales contra la industria automotriz europea si persisten estas medidas.
Una sanción que marca precedentes
Según la Comisión Europea, Google abusó de su posición dominante en la cadena publicitaria digital, desde las herramientas de los anunciantes hasta las plataformas de subasta de anuncios. El organismo concluyó que la empresa priorizó su propio intercambio de anuncios, afectando directamente a rivales y debilitando la sostenibilidad de los medios de comunicación europeos, que dependen de esos ingresos.
La sanción no obliga todavía a desinversiones, pero sí da un plazo de 60 días para que la compañía presente un plan de cumplimiento. Si Google no acata, Bruselas no descarta medidas más drásticas, incluida la venta forzosa de activos. Se trata de una advertencia contundente sobre la disposición de la UE para limitar el poder de las tecnológicas.
La empresa con sede en Mountain View calificó el fallo como “injustificado” y anunció que apelará. Google sostiene que las exigencias podrían perjudicar más a los negocios europeos que beneficiar a los consumidores, un argumento que repite en cada litigio contra la Comisión.
Historial de multas y tensiones crecientes
No es la primera vez que Google enfrenta sanciones en Europa. En 2017 recibió una multa de 2,420 millones de euros por favorecer su servicio de compras, en 2018 otra de 4,300 millones por prácticas relacionadas con Android, y en 2019 una tercera de 1,490 millones por restricciones publicitarias. Con la más reciente, la factura total supera los 11,000 millones de euros en menos de una década.
La insistencia europea en regular a las grandes tecnológicas contrasta con la postura estadounidense, donde suelen considerarse motores de innovación. Por eso, las tensiones políticas se han intensificado. El presidente Donald Trump criticó abiertamente la sanción, advirtiendo que el castigo a gigantes de EE. UU. podría provocar represalias contra sectores clave de Europa, como el automotriz.
Este episodio refleja un choque de modelos: la UE busca consolidar su soberanía digital imponiendo límites a las big tech, mientras Washington defiende a sus campeones tecnológicos como parte de su competitividad global. Analistas prevén que este enfrentamiento escale y genere fricciones en temas comerciales más amplios, desde automóviles hasta inteligencia artificial.
También te puede interesar: Claudia Sheinbaum anuncia que México evalúa aranceles a países sin tratado, incluyendo China




