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    Desaparición de Ana María Morales enciende alertas en Nayarit y Jalisco

    La desaparición de Ana María Morales Lizama, una joven de 16 años originaria de Tepic, ha generado profunda preocupación en su comunidad y en el estado de Nayarit. La adolescente fue vista por última vez el 22 de abril de 2025, cuando salió de su hogar para acudir a una presunta cita de trabajo en Guadalajara, Jalisco. Desde entonces, su familia no ha tenido noticias de ella.

    El caso de Ana María ha cobrado especial relevancia no sólo por el dolor e incertidumbre que embarga a sus seres queridos, sino también por el contexto alarmante de desapariciones de jóvenes en la región, particularmente en Jalisco, donde recientemente se destaparon casos como el del Rancho Izaguirre.

    Aunque hasta ahora no existe evidencia de que Ana María haya sido captada por una organización criminal, las circunstancias de su desaparición evocan patrones conocidos de reclutamiento mediante ofertas de trabajo fraudulentas.

    ¿Qué se sabe hasta ahora?

    Según los familiares, Ana María se encontraba emocionada por una propuesta laboral que la llevaría a Guadalajara. Sin embargo, tras su partida, se cortó abruptamente toda comunicación.

    La familia presentó una denuncia ante las autoridades de Nayarit, y la Fiscalía General del Estado (FGE) de Nayarit emitió una ficha de búsqueda detallada. Según el reporte, Ana María Morales Lizama:

    • Nació el 6 de noviembre de 2008.
    • Mide aproximadamente 1.60 metros y pesa alrededor de 60 kilogramos.
    • Tiene tez morena clara, cabello negro, abundante y lacio.
    • Sus ojos son café claros, de forma ovalada regular.
    • Al momento de su desaparición, vestía blusa blanca de manga larga, pantalón negro de vestir, zapatos negros y un moño rojo.

    La última vez que fue vista fue en la ciudad de Xalisco, Nayarit.

    Las autoridades solicitan que cualquier persona con información se comunique al número 311 129 6000 ext. 17267.

    Un contexto preocupante de desapariciones

    La desaparición de Ana María ocurre en un entorno donde las desapariciones de jóvenes en Jalisco y Nayarit se han incrementado de manera alarmante.

    En Jalisco, particularmente en la Zona Metropolitana de Guadalajara y en áreas rurales como Teuchitlán, se han documentado casos vinculados a la presencia de grupos criminales, entre ellos el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Estos grupos han sido señalados por utilizar tácticas de captación a través de anuncios falsos de empleo que prometen altos salarios para atraer a jóvenes.

    Una vez que las víctimas acuden a las supuestas entrevistas de trabajo, son secuestradas y, en muchos casos, forzadas a unirse a las filas criminales. Aunque no se ha establecido un vínculo directo entre el CJNG y la desaparición de Ana María, el modus operandi descrito coincide con patrones observados en casos recientes.

    En Nayarit, aunque las cifras de desapariciones son menores en comparación con Jalisco, el aumento sostenido de reportes de jóvenes desaparecidos mantiene en alerta a autoridades y organizaciones de derechos humanos.

    Una tragedia que exige acciones urgentes

    Casos como el de Ana María Morales Lizama evidencian la necesidad de reforzar las estrategias de prevención, protección y búsqueda de personas desaparecidas en México. La vulnerabilidad de los jóvenes frente a redes de reclutamiento criminal, bajo el disfraz de oportunidades laborales, representa uno de los desafíos más urgentes en materia de seguridad y derechos humanos.

    Mientras tanto, la familia de Ana María mantiene la esperanza de encontrarla con vida y solicita el apoyo de la ciudadanía para compartir la ficha de búsqueda y aportar cualquier información que pueda conducir a su localización.

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