María Jesús Puerta, ingeniera de minas de Tarragona, España, se convirtió en una de las seis ganadoras del reto internacional de la NASA para reciclar residuos en la Luna, pero no podrá cobrar el premio de un millón de dólares debido a que solo está disponible para ciudadanos o residentes legales de Estados Unidos. Su proyecto, un gemelo digital llamado ‘Esperanza’, transforma residuos lunares en recursos aprovechables y ha sido reconocido internacionalmente por su innovación y sostenibilidad.
Innovación espacial que no tiene fronteras, pero sí letra pequeña
La ingeniera catalana, de 56 años, diseñó desde su hogar un sistema pionero para convertir el regolito y residuos sólidos en metales, plásticos, combustibles y hormigón lunar. Puerta explicó que utilizó datos públicos de la NASA y simuladores propios con Inteligencia Artificial para modelar un sistema autosuficiente y sostenible que minimiza la dependencia de suministros desde la Tierra.
Su propuesta fue seleccionada entre aproximadamente 1,200 proyectos provenientes de 80 países, destacando por su enfoque en economía circular y reciclaje en misiones futuras Artemis. Sin embargo, el premio económico no podrá ser percibido debido a que las bases del concurso exigían que los ganadores fueran ciudadanos estadounidenses o residentes legales, un requisito que Puerta no cumplía.
Aun así, la ingeniera no pierde la motivación. “Mi objetivo era demostrar a mis hijos que con trabajo y esfuerzo se pueden conseguir cosas. Lo económico es secundario; el orgullo y reconocimiento son invaluables”, afirmó. La iniciativa recibió el nombre de ‘Esperanza’ y simboliza la autosuficiencia y la innovación espacial desde Tarragona.
El desafío de seguir adelante
Puerta contempla asociarse con socios estadounidenses para avanzar en la segunda fase del proyecto, aunque no podría liderar el equipo. Hasta enero tiene plazo para decidir si acepta estas condiciones, pese a que ya hay interesados. Su historia también refleja superación personal: sobreviviente de cáncer de mama, combina resiliencia con creatividad y pasión científica.
“Para mí es un orgullo que la NASA haya reconocido ‘Esperanza’ y Tarragona. Aunque no cobre el premio, mi contribución al futuro lunar queda registrada”, concluyó Puerta, cuya hazaña combina ingeniería, innovación y espíritu insólito frente a la burocracia internacional.
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