El influencer australiano Lochie Jones desató una tormenta de indignación global tras publicar un video el 4 de agosto de 2025 en el que se le ve profanando una tumba en un cementerio cerca del bosque de Aokigahara, Japón. En el clip, titulado “Suicide Forest Japan Pt 2 Graveyard Flip”, Jones toma una lata de cerveza Kirin dejada como ofrenda funeraria, juega a “cara o cruz” con una moneda ritual para decidir si beberla, la consume y eructa frente a la lápida. Además, manipula una sotoba (tablilla budista con inscripciones funerarias) y una figurilla de conejo, dejándolos como accesorios triviales antes de reemplazar la cerveza con cigarrillos Marlboro. La acción, considerada una grave falta de respeto a las tradiciones japonesas, ha generado llamados a su arresto y expulsión del país.
El video, aún visible en su Instagram (@lochie__jones), con 1,500 seguidores, provocó una avalancha de críticas. Usuarios en X, como @momoiromegapho, lo acusaron de “robo de tumbas” y exigieron: “Que nunca vuelva a pisar Japón”. Otros, como @ots3548, calificaron su acto como “una humillación a la fe y el respeto por los muertos”. La Embajada de Australia en Tokio emitió un comunicado el 2 de septiembre, sin mencionar a Jones directamente, pidiendo a sus ciudadanos “comportarse adecuadamente” y respetar las leyes locales, mientras colabora con las autoridades japonesas.
Un delito con consecuencias legales
En Japón, profanar tumbas está penado por el artículo 188 del Código Penal, con hasta seis meses de prisión o una multa de 100,000 yenes (aproximadamente 700 dólares). Si se confirma el robo de ofrendas, podría aplicarse el artículo 235, que castiga el hurto con hasta siete años de cárcel. Aunque algunos medios, como El Heraldo de México, mencionan hasta 10 años, esto dependería de agravantes adicionales. La Policía de Fujiyoshida investiga la autenticidad del video y si las ofrendas eran legítimas, pero aún no ha confirmado si Jones ha sido interrogado o detenido.
El incidente recuerda el caso de Logan Paul en 2018, quien fue duramente criticado por grabar un cadáver en Aokigahara. Jones intentó disculparse en dos videos, pero sus comentarios sobre la “mentalidad de colmena” de Japón y su “emasculación” por EE. UU. solo avivaron la controversia.
“No es una disculpa, es una burla”, escribió un usuario en Instagram.
La indignación también refleja el creciente rechazo en Japón al turismo irrespetuoso, con casos similares de creadores como Johnny Somali, deportado por actos xenófobos.
El cementerio, ubicado cerca del “Bosque de los Suicidios”, es un lugar sagrado donde las ofrendas honran a los difuntos. La acción de Jones, que incluyó bromas con una pistola de juguete, ha sido vista como una afrenta a la sensibilidad cultural japonesa, especialmente en un sitio ligado a un tema tan delicado como el suicidio. Según The Japan Times, el templo que gestiona el cementerio señaló que, aunque no hay vigilancia fija, nunca habían enfrentado un caso similar. El caso ha reavivado debates sobre el turismo masivo, con usuarios en X, como @callistoroll, acusando a Jones de “hacer la vida más difícil para los extranjeros en Japón”.
Mientras Jones no ha abordado públicamente las acusaciones, su perfil sigue activo, aunque algunos videos fueron eliminados tras la polémica. Con la investigación en curso, el influencer enfrenta posibles sanciones legales y un boicot social que podría marcar el fin de sus aventuras virales en Japón.
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