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    Así quedó la ciudad de Gaza tras la guerra: El desafío de la reconstrucción

    La ciudad de Gaza, epicentro de dos años de guerra entre Israel y Hamas, emerge como un laberinto de ruinas bajo un cielo indiferente, con el 84% de su infraestructura destruida y barrios enteros reducidos a esqueletos de concreto. Imágenes aéreas de Reuters capturan este lunes un mosaico de escombros que cubre 55 millones de toneladas, equivalente a 31.000 camiones cargados, mientras la ONU calcula que la reconstrucción demandará al menos 70.000 millones de dólares para revivir un territorio donde la vida clama por resurgir del polvo. El alto el fuego, sellado este fin de semana con la liberación de los últimos 20 rehenes vivos por Hamas, abre una ventana frágil a la esperanza, pero el camino adelante es un bucle de desafíos: remoción de cascotes, desminado y una desmilitarización supervisada por EE. UU.

    El conflicto estalló el 7 de octubre de 2023 con un asalto de Hamas al sur de Israel: 1.200 muertos y 251 secuestrados, cifras que desencadenaron una ofensiva israelí que dejó más de 67.000 palestinos fallecidos, según la ONU, y 169.780 heridos. La tregua, mediada por EE. UU., Egipto y Qatar, incluyó la entrega de cuatro cuerpos de rehenes y el canje por 250 presos palestinos de largo plazo, más 1.700 detenidos en Gaza. Donald Trump, firmante clave en Sharm el-Sheikh, lo llamó “el fin de una guerra que duró 3.000 años”, pero advierte: la paz depende de la desmilitarización.

    Desde drones, Gaza parece un eco infinito de destrucción: columnas solitarias, escaleras al vacío y techos colapsados que exponen intimidades mutiladas. En barrios como Tal al-Hawa, el 92% de las estructuras yacen en ruinas, con figuras aisladas desafiando el silencio. Jaco Cilliers, del Programa para la Asistencia al Pueblo Palestino (UNRWA), lo resume: “Reconstruir Gaza exigirá 70.000 millones de dólares, con 20.000 millones urgentes en tres años para hacer viable la vida”. De ese monto, 15.200 millones irían a viviendas —más del 60% arrasadas—, 6.900 millones a salud y comercio, y 1.900 millones al sector ambiental, contaminado por amianto y municiones sin explotar.

    Escombros eternos: El peso invisible de la devastación

    Solo se han removido 81.000 toneladas, un 0,15% del total, priorizando accesos humanitarios y hospitales. Cada pala arriesga explosivos o restos humanos, como advierte la ONU: “Más de 50 millones de toneladas ocultan municiones y cuerpos”. Voluntarios reutilizan 13.200 toneladas trituradas para pavimentar refugios, un gesto mínimo ante la escala. Cilliers enfatiza: “La remoción abre paso a la ayuda urgente, pero los retos se apilan como los escombros”.

    La guerra pulverizó 292.000 hogares y 65% de carreteras en 360 km², dejando Gaza inhabitable para 2 millones de almas. El Banco Mundial estima daños equivalentes al 97% del PIB palestino de 2022. Contaminación por carbono supera emisiones anuales de 36 países, y 460 murieron por inanición este año. Niños amputados lideran el mundo, según UNICEF.

    Israel, con control en norte, sur y frontera este, avanza en desmilitarización. El ministro Israel Katz ordenó: “El gran reto es eliminar túneles de Hamas, con FDI y supervisión de EE. UU.”. Estos pasadizos, clave para ataques sorpresa, serán demolidos post-liberación de rehenes. Netanyahu lo ve como “victoria moral”, pero Hamas, contestado, aceptó la fase inicial por estabilidad.

    Hacia el horizonte: Décadas de esfuerzo colectivo

    La ONU urge fondos privados y globales: “Podría tardar décadas si todo sale bien”. UE reanuda misiones en Rafah; 500 camiones diarios de ayuda entran, pero la hambruna persiste. Trump, en el Knéset, prometió “era dorada”, pero gazatíes temen desplazamientos.

    En este loop de sombras, la esperanza brota: familias regresan a ruinas, reutilizando polvo para bases nuevas. Gaza, resiliente, insiste en renacer.

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