Las tensiones comerciales entre Washington y Beijing vuelven a escalar tras las denuncias de empresas occidentales sobre demoras y restricciones impuestas por China a la exportación de imanes de tierras raras. Esto ocurre a pesar del reciente acuerdo bilateral que supuestamente buscaba normalizar el flujo de estos materiales clave para la industria global.
Fabricantes de Europa y América del Norte reportan que los permisos para importar imanes críticos desde China siguen sujetos a trabas burocráticas, demoras prolongadas y, en muchos casos, rechazos injustificados. Según The Wall Street Journal, los controles continúan a pesar de las promesas del presidente Donald Trump de que el suministro sería restablecido «de inmediato».
Las empresas, que dependen de estos imanes para producir desde automóviles hasta sistemas de defensa, afirman que apenas reciben el mínimo necesario para mantener operativas sus fábricas. Además, no tienen garantía sobre futuros envíos, lo que complica la planificación y encarece la logística. En algunos casos, deben recurrir al transporte aéreo para evitar paros de producción.
La burocracia china paraliza el suministro industrial
La situación tiene su origen en el sistema de licencias que Beijing implementó en abril de 2025. Aunque en apariencia se justificó como una medida para evitar el uso militar de estos materiales, en la práctica se ha transformado en una herramienta de control estratégico.
China produce el 90% de los imanes de tierras raras más potentes del mundo. Al exigir detalles sobre el comprador final, el uso exacto del material y hasta información confidencial sobre productos terminados, las autoridades chinas han bloqueado cientos de solicitudes, según denuncias del sector industrial. La vigencia máxima de las licencias aprobadas es de seis meses, lo que refuerza la incertidumbre.
El impacto ya es visible. En mayo, las exportaciones de imanes de tierras raras desde China a Estados Unidos cayeron un 93% respecto al mismo mes del año anterior. Ford, por ejemplo, debió detener por una semana la producción del modelo Explorer en su planta de Chicago.
Lisa Drake, vicepresidenta en Ford, describió el proceso como de «mano a boca»: deben mover recursos cada semana para evitar cierres. La presión sobre las cadenas de suministro también ha llevado a empresas a explorar tecnologías menos eficientes, como imanes de ferrita.
Occidente busca alternativas ante la rigidez de Beijing
Aunque China afirmó que ha aprobado «un cierto número» de licencias, el sector privado occidental sostiene que las restricciones llegaron para quedarse. Expertos como Neha Mukherjee, de Benchmark Mineral Intelligence, advierten que la burocracia actual impide cualquier previsibilidad.
Organismos empresariales, como la principal asociación industrial de Alemania, ya exigen presión diplomática sobre China. La razón: miles de solicitudes siguen sin resolverse, y la industria europea también depende de estos componentes críticos.
El nuevo sistema también ha puesto a fabricantes chinos en una posición difícil. Aunque buscan colaborar con clientes extranjeros, muchos optan por ofrecer imanes más baratos o menos potentes, lo que impacta directamente la eficiencia de productos como ventiladores de servidores y motores eléctricos.
Olive Lien, experta taiwanesa en tecnología de refrigeración, reveló que varios fabricantes se han visto obligados a rediseñar sus equipos para utilizar imanes alternativos, pese a que ofrecen un rendimiento inferior.
El poder de China sobre la cadena de suministro de tierras raras se ha convertido en una palanca geopolítica, especialmente en un contexto global marcado por la competencia tecnológica. A pesar del acuerdo alcanzado con EE. UU., las acciones concretas de Beijing demuestran que el acceso a estos materiales críticos sigue siendo un instrumento de presión comercial y política.
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