El presidente Donald Trump negó categóricamente cualquier plan para ataques terrestres en Venezuela, contradiciendo informes de prensa que sugerían inminentes strikes contra instalaciones militares. En un breve intercambio con reporteros a bordo del Air Force One, Trump respondió con un rotundo «No, it’s not true» al ser interrogado sobre la supuesta aprobación de operaciones en suelo venezolano. La desmentida llega tras una semana de tensiones crecientes en el Caribe, donde EE. UU. ha intensificado strikes contra embarcaciones ligadas al narcotráfico, matando a al menos 61 personas desde septiembre. Fuentes como el Miami Herald y The Wall Street Journal reportaron que la administración había identificado objetivos como puertos y aeropuertos controlados por el ejército venezolano, pero la Casa Blanca, vía portavoz Anna Kelly, descartó las filtraciones como «fuentes anónimas que no saben de qué hablan».
Esta retractación contrasta con declaraciones previas de Trump, quien la semana pasada insinuó que «la tierra será el siguiente paso» tras bombardear presuntas lanchas narco en el Caribe y Pacífico oriental. La administración, que ha desplegado un grupo de ataque naval con el portaaviones USS Gerald R. Ford y destructores misilísticos, justifica las acciones como defensa contra el «Cartel de los Soles» –supuestamente liderado por Nicolás Maduro–, designado como organización terrorista en 2025. Sin embargo, la ONU y expertos internacionales cuestionan la legalidad, con al menos 15 embarcaciones hundidas y escasa evidencia pública de cargamentos de drogas.
Filtraciones vs. realidad: El juego de sombras en el Caribe
Los reportes iniciales pintaron un panorama alarmante: el Miami Herald citó fuentes anónimas afirmando que strikes contra sitios militares venezolanos podrían ocurrir «en días o horas», enfocados en «nexo entre carteles y el régimen de Maduro». El Wall Street Journal detalló objetivos como bases navales y aeródromos usados para tráfico, con Trump aún indeciso pero autorizando operaciones encubiertas de la CIA. Trump, en un giro, lo negó todo desde Palm Beach, Florida, tras aterrizar en su resort Mar-a-Lago. «Cualquier anuncio sobre Venezuela vendría directamente de mí», respaldó Kelly, minimizando las filtraciones como «especulación irresponsable».
La campaña antinarcóticos de Trump, que ha matado a 61 personas en 15 strikes –ocho en el Caribe y siete en el Pacífico–, se presenta como «conflicto armado no internacional» contra «combatientes ilícitos», sin aprobación congresional formal. Videos compartidos por Trump en Truth Social muestran explosiones en lanchas «narco-terroristas» del Tren de Aragua y ELN colombiano, pero sin pruebas de fletes –solo descripciones vagas y clips editados. Maduro denuncia «agresión imperialista» para saquear petróleo, mientras Colombia acusa a EE. UU. de «asesinatos extrajudiciales» en sus costas.
Narcotráfico o régimen: La doble cara de la presión Eestadounidense
La escalada forma parte de una ofensiva más amplia: desde agosto, EE. UU. ha enviado 10.000 tropas, un submarino nuclear y B-1 bombers a la región, invocando la «guerra contra el fentanilo» –aunque Venezuela no produce opioides, solo cocaína. Trump, sin consultar al Congreso, argumenta autoridad ejecutiva: «Las drogas por tierra son más peligrosas; pronto lo verán». La Constitución reserva la guerra al Legislativo, pero asesores como Marco Rubio –quien llama a Maduro «líder ilegítimo»– respaldan strikes como «autodefensa».
Opositores venezolanos aplauden: María Corina Machado, ganadora del Nobel de la Paz 2025 por su «lucha incansable por la democracia», urgió en Bloomberg: «Aumentar la presión es la única forma de obligar a Maduro a irse». El Comité Nobel la elogió por unir la oposición contra la «dictadura», pese a su inhabilitación electoral.
El desmentido no apaga la controversia interna. Senadores demócratas como Mark Warner denuncian exclusión: republicanos recibieron briefings del Pentágono y DOJ el miércoles, compartiendo opiniones legales para justificar strikes sin guerra declarada. «No es así como funciona la seguridad nacional», fustigó Warner, mientras el republicano James Risch se dijo «satisfecho» con la base jurídica.
Internacionalmente, la ONU arremete: Volker Türk, Alto Comisionado de Derechos Humanos, calificó los strikes como «inaceptables» y violatorios del derecho internacional, con «asesinato extrajudicial» de 60+ personas sin amenaza inminente. «EE.UU. debe detenerlos y evitar ejecuciones», exigió en un comunicado, pidiendo investigaciones independientes. Expertos de la ONU ya habían alertado en octubre de «ejecuciones extrajudiciales».
Maduro moviliza milicias con misiles Igla rusos en Caracas, acusando a Trump de «nueva guerra por recursos». Analistas en Foreign Policy ven «bluff trumpiano»: strikes para presionar sin invasión, pero con riesgo de escalada si Maduro responde. En X, @arrowred48 predice: «Espero strikes terrestres pronto».
Mientras el USS Gettysburg se une a la flotilla caribeña, el «No» de Trump deja más dudas que certezas. ¿Pausa estratégica o retroceso? En el Caribe, las olas de narcotráfico y geopolítica chocan, y Venezuela –con su petróleo y su Nobel opositor– late en el epicentro. El mundo espera: ¿diplomacia o detonación?
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