Las Fuerzas Armadas de Estados Unidos enviaron el crucero lanzamisiles USS Gettysburg (CG‑64) al Caribe, sumándose al USS Lake Erie (CG‑70) y a otros buques que ya patrullan frente a Venezuela, en el despliegue naval más grande de Washington en la región en al menos 25 años, según expertos del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS). Se espera además la llegada del portaaviones USS Gerald Ford, el más moderno de la flota estadounidense, completando una presencia de trece unidades, incluyendo destructores, buques anfibios y un submarino.
Escalada militar y tensión regional
El despliegue se produce en medio de denuncias sobre ataques estadounidenses a embarcaciones en el Caribe y el Pacífico, que desde septiembre han dejado al menos 61 muertos y tres sobrevivientes. Estas operaciones, según reportes de medios estadounidenses, buscan frenar el tráfico de drogas hacia EE. UU., pero han sido interpretadas por críticos como una escalada contra el gobierno de Nicolás Maduro.
El presidente Donald Trump negó cualquier plan de ataques inmediatos a Venezuela, aunque reiteró que se mantendrán las acciones para detener la entrada de drogas por tierra y mar. Mientras tanto, legisladores republicanos de Florida mantuvieron su retórica crítica contra el régimen venezolano, reforzando la percepción de tensión política y militar en la región.
Denuncias de la ONU y cuestionamientos legales
El alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, Volker Türk, acusó al gobierno estadounidense de “violar el derecho internacional” mediante ataques en alta mar, calificando a las personas afectadas como víctimas de “ejecuciones extrajudiciales” y exigiendo el cese de estas operaciones. Las denuncias plantean un dilema legal y diplomático sobre el uso de la fuerza por EE. UU. fuera de sus fronteras y sobre la protección de civiles en operaciones contra el narcotráfico.
Expertos en defensa señalan que este despliegue naval refleja no solo una estrategia militar contra el tráfico de drogas, sino también un posicionamiento geopolítico frente a América Latina y la presión sobre Caracas. Mark Cancian, coronel retirado y especialista del CSIS, señaló que se trata del mayor despliegue estadounidense en Latinoamérica desde la primera Guerra del Golfo Pérsico (1990‑1991).
Impacto humanitario y riesgos para la estabilidad regional
El aumento de la presencia militar estadounidense incrementa la tensión en la región y plantea riesgos humanitarios, especialmente para las comunidades costeras y marineros locales. La combinación de operaciones militares, amenazas de bombardeos y sanciones políticas podría profundizar la crisis social y económica en Venezuela, complicando la respuesta a emergencias y el tráfico de bienes esenciales.
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