Matan Angrest, un soldado israelí de 22 años, fue liberado este lunes tras 738 días de cautiverio y torturas en Gaza, como parte de un acuerdo de alto el fuego que puso fin a la retención de los últimos 20 rehenes vivos tomados por Hamas el 7 de octubre de 2023. Angrest, secuestrado inerte de un tanque en el Kibbutz Nir Oz junto a los cuerpos de sus compañeros Itai Chen, Daniel Peretz y Tomer Leibovitz, fue recibido con abrazos y lágrimas en el Centro Médico Sourasky, donde su familia —que lo esperó con banderas israelíes y paquetes de cuidado— celebró: “Podemos respirar de nuevo. Nuestro Matan está en casa”.
El regreso de Angrest cierra un capítulo agonizante en la guerra Israel-Hamas, que dejó más de 67.000 muertos en Gaza según el Ministerio de Salud local. El acuerdo, mediado por EE. UU., Egipto y Qatar, incluyó la liberación de 250 prisioneros palestinos de largo plazo y 1.700 detenidos en Gaza, además de promesas para recuperar 28 cuerpos restantes. Angrest, fanático del Maccabi Haifa y atleta apasionado, fue el mayor de tres hermanos y completaba su servicio militar cuando fue atacado cerca de la cerca de Gaza.
Desde su captura, la familia Angrest —de Kiryat Bialik— hizo campaña incansable. Planeaban un viaje a Dubái para celebrar su baja, pero en cambio organizaron conciertos en la frontera y protestas. En julio, las FDI devolvieron su bolsa de deportes, usada desde los 14 años, en una bolsa negra plástica. “¿Cómo y cuándo regresará Matan? ¿Por qué recibo objetos que atestiguan su condición y no a él mismo?”, escribió su madre Anat en X.
Sombras del infierno: Torturas en los túneles de Gaza
Angrest sufrió abusos brutales desde el secuestro. Videos liberados en junio 2025 mostraron a terroristas golpeándolo y arrastrándolo, mientras cientos lo pateaban en el trayecto a Gaza. “Todo el camino a Gaza, cientos de terroristas lo golpeaban, lo pateaban, lo arrojaban”, relató Anat al Jewish Chronicle.
Ex rehenes detallan horrores. Ron Krivoi contó a N12 en abril que Angrest fue electrocutado con baterías durante interrogatorios, incluso en el viaje inicial. Keith Siegel, retenido con él dos meses, alertó a CNN en mayo: “Estoy profundamente preocupado por su bienestar físico y mental”. Su asma empeoró en túneles húmedos; tras torturas, lo sacaban a respirar, pero volvía a la jaula con estrangulamientos, ataduras, colgamientos por los pies y hambre deliberada.
En marzo, Hamas publicó un video donde Angrest aparecía exhausto. La familia, vía Foro de Familias de Rehenes, denunció: “Conmocionados por las imágenes… Se ve cansado y sin esperanzas. Su brazo derecho no funciona, ojos y boca asimétricos, nariz rota”. Rehenes liberados confirmaron quemaduras profundas, parálisis parcial en dedos, infecciones en manos sin antibióticos ni vendajes limpios, fiebres, escalofríos y dolor constante. Lesiones faciales —ojo hinchado, mandíbula y pómulos fracturados— amenazan su visión permanente. En febrero, su padre Hagai dijo a Walla: “Recibimos una señal de vida… Parece herido y en condiciones difíciles”.
Abrazos de esperanza: Reencuentro y mirada al futuro
El comandante de su unidad en la 7ª Brigada Blindada, vía FDI, saludó: “Tus tropas te esperan en casa”. Angrest, que cumplió 21 en cautiverio, llega demacrado pero vivo, parte de los 20 liberados que cierran la fase de rehenes vivos. Anat, quien organizó un concierto en la frontera en 2024, dijo a NPR: “Sé que está vivo porque lo tomaron vivo, y soy madre”.
El acuerdo, sellado en una cumbre en Sharm el-Sheikh con Trump, Sisi y líderes mundiales, marca el fin de la guerra según el presidente de EE.UU., quien habló en la Knéset: “La guerra en Gaza se ponía fea”. Aún quedan 28 cuerpos por recuperar, y 26 se presumen muertos. Para Angrest, el regreso inicia una batalla por recuperación: terapia, cirugía y justicia. Su familia, que lo vio envejecer dos años en videos pálidos, jura: “Hasta que vuelva por completo, no diremos gracias”. En un día de lágrimas y banderas, Matan Angrest emerge de la oscuridad, recordándonos el costo humano de 738 días robados.
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