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    Empleados federales de EE. UU. hacen fila para recibir alimentos mientras cierre del Gobierno llega a su tercera semana

    Una fila que serpenteaba por una cuadra completa en las afueras de un centro comunitario en Maryland se convirtió este martes en el rostro humano del cierre del Gobierno de EE. UU., que entra en su tercera semana y afecta a 1.4 millones de empleados federales y contratistas con salarios congelados o ausentes. Summer Kerksick, analista de mercados en el Departamento de Comercio, esperó dos horas bajo un sol inclemente para recibir una caja con enlatados, arroz y leche, mientras su renta vence la próxima semana.

    El evento, organizado por el Capital Area Food Bank y No Limits Outreach Ministries, superó expectativas: en lugar de 150 hogares, atendió a más de 370, obligando a los voluntarios a improvisar con donaciones adicionales.

    Este cierre, el segundo más largo de la historia estadounidense tras el de 2018-2019, inició el 1 de octubre por un impasse presupuestario entre republicanos y demócratas, centrado en recortes a programas sociales y el límite de deuda. Mientras el Senado rechazó por undécima vez una moción para reabrir el Gobierno hasta noviembre, el primer pago completo ausente llegó este viernes, golpeando especialmente a los 800.000 que trabajan sin sueldo en agencias esenciales como TSA y Seguridad Social.

    El pastor Oliver Carter, organizador del evento, confesó a CNN: «Me siento abrumado por la fila. No pensé que tendríamos tantos empleados federales». Su esposa, Pamelia Carter –directora ejecutiva de No Limits y veterana de 38 años en el Departamento de Agricultura–, reconoció a decenas de colegas: «Hoy hay al menos 200-300 personas en esta fila, empleados federales. Es asombroso… La gente tiene que comer, alimentar a sus familias». Rolanda Williams, de la Administración del Seguro Social, expresó incredulidad: «No puedo creer que estoy aquí. Siempre pensé que un trabajo federal era seguridad, y no lo es». Inicialmente, cedió su turno a familias con niños, pero ahora: «Es como que yo también necesito hacer la fila».

    Bancos de alimentos en alerta: De 36% a 41% de inseguridad alimentaria en el área de D.C.

    El Capital Area Food Bank, que distribuyó cajas con frutas, vegetales frescos y proteínas, reportó un aumento del 150% en la demanda desde el inicio del cierre, según su Informe de Hambre 2025. En el área metropolitana de Washington –hogar de 400.000 trabajadores federales–, el 36% de residentes luchaba por comida el año pasado; entre hogares afectados por recortes federales, esa cifra salta al 41%. Radha Muthiah, CEO del banco, advirtió en NPR: «Estamos comprando más para compensar la caída en suministros USDA, pero dependemos de donaciones y voluntarios. La inseguridad alimentaria es persistente y se profundiza». Una donación de $100 cubre 200 comidas, y el banco planea eventos semanales en Hyattsville, Landover y otros sitios, requiriendo ID federal para priorizar.

    El cierre amenaza con cortes a programas vitales: SNAP (cupones de comida para 42 millones) y WIC (para 7 millones de madres e infantes) podrían agotar fondos el 31 de octubre, afectando a 5.5 millones en California sola. El gobernador Gavin Newsom desplegó la Guardia Nacional para apoyar bancos de alimentos y liberó $80 millones en fondos estatales, criticando a Trump: «Está usando a millones como peones políticos. Es repugnante».

    Económicamente, el New York Times estima «cicatrices duraderas»: retrasos en préstamos rurales, hipotecas y seguros de inundación paralizan a 10.000 granjas y pymes; Virginia prevé contracción laboral por primera vez desde la Gran Recesión. United Way reporta caída en donaciones federales vía campañas combinadas, exacerbando la brecha.

    ¿Fin a la vista? Republicanos dividen pagos, demócratas exigen equidad

    El senador Ron Johnson (R-WI) propuso pagar solo a los «esenciales» que trabajan sin sueldo, excluyendo a furloughed, mientras demócratas presionan por salarios retroactivos para todos. La Cámara está en receso, y el Senado falló de nuevo el martes. NPR advierte: «Si llega a noviembre, millones perderán beneficios alimentarios».

    Feeding America urge: «Muchos están a un cheque de distancia de necesitar ayuda; nuestros 200 bancos seguirán abiertos, pero requerimos colaboración».

    Mientras filas como la de Kerksick se multiplican, el cierre expone fracturas: de estabilidad mítica a vulnerabilidad real. ¿El próximo pago? Pendiente de un Congreso paralizado. Mientras, bancos de alimentos –y solidaridad vecinal– son el único colchón.

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