La Ciudad Vieja de Jerusalén amaneció bajo un estricto cerco de seguridad policial en medio de una creciente tensión militar en la región. A raíz de la ofensiva israelí contra las instalaciones nucleares iraníes y en previsión de posibles represalias, las autoridades desplegaron un operativo sin precedentes para evitar ataques terroristas en uno de los lugares más emblemáticos y sagrados del mundo.
El gobierno israelí teme que grupos radicales palestinos vinculados a Hamas o Hezbollah se infiltren desde Cisjordania para perpetrar atentados en zonas turísticas y religiosas como el Muro de los Lamentos. Las fuerzas de seguridad han establecido retenes en los accesos principales, revisan tachos de basura y vehículos estacionados, y solicitan identificación a cada persona que transita las estrechas calles de la ciudad amurallada.
“Lo pueden matar. ¡Pum, pum, pum!”, advirtió un oficial a un periodista extranjero que intentaba cruzar hacia el barrio musulmán. La advertencia, seca y contundente, refleja el nivel de alerta que se vive en la capital israelí.
Ataques nocturnos y una ciudad en pausa
Todos los comercios han cerrado. Los turistas permanecen en sus hoteles y el movimiento en la ciudad es escaso incluso durante el día. La población sabe que Irán ataca al caer la noche, cuando las defensas se tensan bajo la sombra de las antiguas murallas.
Anoche, las sirenas volvieron a sonar. Irán lanzó una nueva andanada de misiles sobre Jerusalén como represalia por el bombardeo israelí que destruyó la instalación nuclear de Natanz, el corazón del programa atómico persa. En uno de los hoteles de lujo de la ciudad, el King David, una novia interrumpió su boda y, junto con sus amigas, celebró bajo tierra, bailando en un refugio antiaéreo.
Sabotaje, guerra y un nuevo orden
La ofensiva israelí, bautizada como una operación “preventiva” para detener el desarrollo de armas nucleares por parte del régimen iraní, ha evolucionado en una campaña militar de gran escala. En apenas 60 horas, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) habrían:
- Desarticulado la cadena de mando militar iraní.
- Eliminado a una docena de científicos atómicos.
- Saboteado instalaciones clave de misiles y drones.
- Bombardeado refinerías de gas y petróleo.
- Destrozado laboratorios de enriquecimiento de uranio.
- Neutralizado el sistema de defensa aérea de Irán.
La acción bélica, aunque no ha sido formalmente respaldada, cuenta con el apoyo tácito de Estados Unidos. Además, países como Líbano, Irak, Siria y Jordania no han cuestionado que aviones israelíes crucen sus espacios aéreos para ejecutar los bombardeos.
Riesgo de ataques solitarios y una guerra prolongada
El temor ahora es que, en reacción a esta ofensiva, fedayines palestinos actúen por cuenta propia. Las fuerzas de seguridad temen que se produzcan atentados en Jerusalén o Tel Aviv similares a los ataques aislados que han sacudido ciudades como Washington o Colorado en el pasado.
La situación es tan delicada que el objetivo real de Israel parece ir más allá de contener a Irán: busca provocar la caída del líder supremo Ali Khamenei y, con ello, reconfigurar el tablero geopolítico de Medio Oriente.
Mientras tanto, la Ciudad Vieja de Jerusalén permanece cerrada y blindada. La historia, una vez más, se escribe entre piedras milenarias, misiles modernos y un conflicto que amenaza con escalar mucho más allá de sus fronteras.
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